miércoles, 28 de octubre de 2009

OJOS NUEVOS

Con los ojos de un niño.

Para contemplar y admirar.

Ojos para ver las maravillas de Dios.

Con la mirada de los sencillos.



“Qué quieres que haga por ti?
Maestro, que yo pueda ver”

Mc. 10,51


Bartimeo era una mendigo ciego que esperaba a la orilla del camino por Jesús. Su realidad de mendigo ciego lo hacía un hombre necesitado y marginado por eso su grito desgarrador mientras Jesús pasaba acompañado de una gran muchedumbre y de su apóstoles: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. Es el grito de un hombre que pone toda su confianza en el Maestro, su única tabla de salvación y esperanza.

Es también nuestro grito.

El grito de todos quienes nos sabemos mendigos y ciegos que necesitamos ver, tener nuevos ojos, mirar de distinta manera para salir de nuestra marginalidad y desesperanza.

En el ciego Bartimeo, nos vemos representados quienes le decimos a Jesús de corazón: “Maestro, que yo pueda ver” cuando El nos pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Es la conciencia de aquel que necesita adquirir unos nuevos ojos para ver desde otra dimensión, la dimensión de la fe, lo que ocurre a nuestro lado. Podemos tener ojos pero no ver, especialmente cuando nuestra mirada es miope y de corto alcance, de ahí entonces la urgencia de pedirle a Jesús que nos devuelva la mirada, que nos abra los ojos para contemplar la vida de una manera más profunda y verdadera.

Ojos nuevos para ir a la esencia de las cosas y de las realidades. Ojos nuevos, ojos limpios y transparentes para ver como Dios mira, con paciencia y misericordia, con ternura y compasión, con transparencia y verdad.

No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice el adagio popular. Y es verdad, a veces creemos que nuestros ojos ven lo que es nuestra vida, pero no hacemos más que ver lo que nos conviene o sencillamente legitimamos nuestras miradas cargadas de oportunismos o miopías.

¡Ábrenos los ojos Maestro! para dejar nuestra mendicidad y levantarnos a un nuevo amanecer. Para tirar el manto y correr al encuentro contigo y exponerte nuestra vida para que la sanes de raíz.
Danos ojos intensos y profundos. Ojos nuevos para mirar con esperanza la realidad compleja que nos toca vivir.

Que nuestros ojos no se contaminen con la mirada interesada u oportunista de quienes todo lo ven desde su ángulo materialista o individualista. Danos la luz de la fe, con ella, nuestros ojos contemplarán distinto y nuestra ceguera espiritual cederá el paso a una nueva luz que brillará en nuestros ojos.

Ojos nuevos para una vida nueva que comienza a nacer en el encuentro con Jesús, como en el ciego Bartimeo. Es todo lo que te pedimos Señor. Es lo que anhela nuestro corazón.

Ojos nuevos para una vida nueva.

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