lunes, 24 de noviembre de 2008

VENGAN BENDITOS DE MI PADRE.

El Señor separará las ovejas de los cabritos.

Abracemos a los leprosos de hoy: Ahí está Cristo, de verdad.




“Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia
el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes
me dieron de comer …”

Mt. 25,34-35



Esta clásica parábola de Mateo 25, nos trae la clave sobre la cual se ha de entender la vida de un cristiano, clave que no es otra que la vivencia del amor. El criterio fundamental es el amor al prójimo, tanto es así, que el mismo Señor lo formula diciéndonos: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. Como diría San Juan de la Cruz, “al atardecer de nuestra vida seremos juzgados por el amor”. Y esto es lo que en definitiva cuenta y es por lo cual el Señor nos tomará el “examen final”, si fuimos capaces de dar de comer al hambriento, de beber al sediento, alojamiento al forastero, vestido al desnudo y si visitamos al enfermo y al que estaba preso en una cárcel.

Al atardecer de nuestra vida, cuando el Señor separe las ovejas de los cabritos, no nos preguntará a cuántas Misas fuimos; cuántas novenas rezamos; cuántos rosarios meditamos, o si fuimos devotos de éste u otro santo de moda. No. El nos preguntará si fuimos capaces de dilatar tanto el corazón, de tal manera que llegara a ser tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado que amó dando la vida por los demás.

Aquí nos encontramos, estimados amigos y amigas, con la clave fundamental en nuestro intento por ser discípulos de Jesús. Quien quiera seguir a Jesús por los senderos que El nos marcó, tiene que atreverse a vivir en carne propia desde la lógica de Mateo 25 y asumir este evangelio desde toda la radicalidad y urgencia que él nos señala.

Si uno contempla este texto, podemos decir que el amor se mide por el hacer y no por los sentimientos ni por las intenciones. “Tuve hambre y me diste de comer”, se señala. Hay ahí una acción eficaz frente a un problema puntual. Y es el camino que tenemos que impulsar hoy en nuestro mundo. Acciones eficaces y coherentes que apunten a la solución de los problemas que sufren los más pobres.

El amor que se pide es a “los más pequeños”. Y pequeño aquí es el frágil, física y espiritualmente, es decir es un amor hacia todos aquellos que necesitan cualquier tipo de apoyo. Los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los campesinos, las prostitutas, los angustiados, los solos, los abandonados, los tristes, en fin, éstos y muchos otros son “los más pequeños” que muchas veces se caracterizan por su invisibilidad social porque no los vemos y por lo tanto no cuentan en nuestro mundo.

Y el mismo Jesús se identifica con los “pequeños” a quienes llama “hermanos míos”. Hay una presencia sacramental de Jesús en ellos y con mayor fuerza porque son sus hermanos en el sufrimiento. En ellos, nos pide Jesús, que lo busquemos, lo honremos y lo sirvamos.

Es de esperar que al atardecer de nuestra vida, podamos aprobar el examen final, teniendo en cuenta que ya sabemos los contenidos sobre lo cual versará dicha prueba final.

Y así poder recibir esa palabra mágica de parte del Señor: “Vengan, benditos de mi Padre y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo”.


lunes, 17 de noviembre de 2008

MULTIPLICANDO LOS TALENTOS.

Dios quiere hacer una gran obra en ti.
Alcanzando toda tu potencialidad, como esta hermosa flor.


5+ 5= 10; 2+2= 4; 1+0=0



“A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo
a un tercero, a cada uno según su capacidad;
y después partió”

(Mt. 25,15)



Un talento equivalía a 6.000 denarios y un denario era el salario diario que ganaba un trabajador en el tiempo de Jesús, por lo que la cantidad recibida por esos tres servidores de la parábola, es sin duda un gran monto de dinero (inclusive para aquel que recibió sólo un talento).

Con este ejemplo de la entrega de los talentos, Jesús nos está hablando del tiempo final, de cómo será el desenlace de la vida y para lo cual Mateo en el capítulo 25 nos cuenta 3 parábolas que tienen este sentido en la que una de ellas es la parábola de los talentos.

Se trata de un señor que entrega cinco, dos y un talento a sus servidores, según la capacidad de cada uno de ellos, y que luego parte de viaje. Al cabo de un largo tiempo, vuelve y comienza a pedir cuentas, el primero logró juntar 5 talentos más; lo mismo el segundo que hizo una buena gestión y consiguió 2 más; y un tercero, que por perezoso y miedoso optó por enterrar en un pozo el talento recibido por temor a perderlo. Creyendo que esta era una buena decisión, este señor le interpeló su cobardía y desidia y ordenó quitarle el talento que tenía y dárselo al que tenía diez.

Con esta parábola, Jesús nos está diciendo que cada uno de nosotros ha sido objeto de una elección y que ha sido dotado de una responsabilidad histórica que nadie puede escabullir, so pretexto de querer preocuparse sólo de uno mismo, de sus propias cosas y de los intereses privados.

Los cristianos debemos reconocer el aporte histórico que debemos dar en el tejido social, de tal manera que desarrollando nuestras potencialidades en bien propio y de la misma sociedad, llevemos a cabo la responsabilidad social que nos cabe en la construcción de un mundo un poco mejor del que hemos recibido.

En este sentido, debemos ser administradores eficaces de la vida, del proyecto que Dios hizo en nosotros y que ha de tener una repercusión evidentemente en los demás. Multiplicar los talentos, es decir, hacer que la idea primigenia que Dios puso en mi llegue a hacerse realidad, es la tarea que nos toca a todos los cristianos. El Señor no quiere personas calculadoras, que se omiten en la construcción de una sociedad más justa, que les falta coraje y creatividad para hacer que su talento se multiplique y que por eso optan por pasar por este mundo sin pena ni gloria.

Lo que Jesús pide de sus discípulos es generosidad, ambición, eficiencia, rendimiento, productividad, actualizar todas las potencialidades recibidas, audacia, coraje y creatividad para hacer que nuestro paso por este mundo sea una oportunidad para dejar una impronta de una vida vivida con pasión e ilusión.

Hagamos, pues, una buena gestión de los talentos recibidos, multiplicándolos al doble, y así al final del camino recibiremos esta invitación: “entra a participar del gozo de tu señor”.

martes, 11 de noviembre de 2008

HABLALE A JESUS.



SEÑOR MIO



En esta hora de mi vida, te digo con todo el corazón:



Señor, ayúdame;
Señor, ilumíname;
Señor, protégeme;
Señor, perdóname;
Señor, acompáñame;
Señor, apiádate;
Señor, fortaléceme;
Señor, ámame;
Señor, condúceme;
Señor, espérame;
Señor, conviérteme;
Señor, alégrame;
Señor, lléname;
Señor, lávame;
Señor, purifícame;
Señor, conságrame;
Señor, envíame;
Señor, bendíceme;
Señor, sálvame;
Señor, quiéreme;
Señor, muéstrate;
Señor, aconséjame;
Señor, fórmame;
Señor, escóndeme;
Señor, refúgiame;
Señor, cuídame;
Señor, pastoréame;
Señor, aliméntame;
Señor, llámame;
Señor, vivifícame;
Señor, tómame;
Señor, mírame;
Señor, escúchame;
Señor, levántame;
Señor, búscame.

Señor, Señor,
Hijo de David:
¡Ten compasión de mí!
Amén.

M.A.P.V.

Nota: Rézala despacio y desde tus sentimientos, añade otras oraciones.

lunes, 3 de noviembre de 2008

BEBIENDO AGUA PURA.

"Señor, dame de esa agua, para que no sufra más sed"

"El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar
en el Reino de Dios"
"Como busca la cierva corrientes de agua viva,
así mi alma te busca a ti Dios mío"
"Le abrió el costado de una lanzada y al instante
salió sangre y agua"


DE LA FUENTE DE AGUA VIVA
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"Al que tiene sed, Yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida".

Apoc. 21,6


El hombre contemporáneo tiene sed. ¿Sed de qué? ¿Y dónde va a beber para saciar esta sed? He ahí la cuestión.

En la vorágine en la que estamos inmersos, necesitamos encontrar momentos adecuados para responder a esta sed de algo que todos tenemos y que no sabemos qué puede ser, ni a dónde podemos ir para saciar esta búsqueda que consciente o inconscientemente invade nuestro corazón.

Muchas veces bebemos de aguas turbias y vamos a pozos que no nos pueden saciar plenamente. Son pozos poco profundos que por lo mismo nos dan agua turbia y a veces descompuesta que por cierto no nos permiten hacer un proceso de maduración, crecimiento y liberación interior. Por eso, hay que cavar profundo. Sólo así encontraremos agua pura y vivificante para nuestra vida, a veces tan tironeada por la dinámica de la vida moderna en la cual estamos inmersos.
¿Y cuáles pueden ser esas fuentes turbias de las que bebemos a veces?

Anselm Grün, en su libro (“Las fuentes de la energía interior”) enumera algunas: el miedo (a personas, a hacer algo malo); la ambición (cuando está distorsionada); la adicción al trabajo (estas personas se definen así misma en cuanto trabajan de manera exagerada); el perfeccionismo (pues quien pretende hacerlo todo bien se somete a una presión desmedida); el querer demostrarse algo a sí mismo (sólo giramos en torno a nosotros mismos, a nuestro éxito, a demostrarnos que somos capaces, etc.); someterse a la presión de unas expectativas (que siempre vienen de los demás, entonces la persona se ve sometida a una presión extra porque quiere demostrar su capacidad a toda costa); la rivalidad y la presión competitiva (no estamos en lo que hacemos sino que nos comparamos constantemente con los demás, esta mentalidad competitiva resulta ardua, cansa); la falta de seguridad en uno mismo (quien tiene baja autoestima suele ver en los demás una amenaza); la depresión (sentirse sin fuerzas, falta de todo estímulo, a veces suele ser una voz de alerta para vivir más en el sosiego y “estar más en casa”, dentro de sí, más que fuera de sí); la irritación (es algo frecuente que de alguna manera nos hace salirnos del centro al irritarnos por cualquier cosa y esto nos provoca un gran desgaste interior que nos aleja de la fuente interior).

Estas y otras muchas otras fuentes turbias hacen que el hombre de hoy se sienta algo así como “quemado”, sin energías, cansado, exhausto. Son fuentes falsas.

Ante esta realidad, ¿Qué oponer? ¿De qué fuentes verdaderas podemos beber? ¿Cómo encontrar una fuente de AGUA VIVA que nos estimule y nos ayude en nuestro camino de cada día?.

Los mecanismos pueden ser muchos. Cada cual ha de descubrir sus propias fuentes. Algunas vendrán de uno mismo, de su entorno, de lo que puede construir, otras vendrán de la espiritualidad y de la fe que le darán sustento a su propia existencia.

En cualquier caso, pregúntate por tu energía interior, en dónde fluye tu vida, qué te hace feliz, dónde te sientes a gusto. Es algo muy importante. Sentirse pleno en aquello que uno realiza a cabalidad. Por más banal que sea, te ayudará a tener paz en tu corazón.

Contempla tu vida más de cerca. Intenta describir el sentido de tu vida, no sólo vivimos para nosotros, sino también tenemos una misión en este mundo. No sólo “atragantarnos” con cursillos o terapias para sí, sino también saber salir de si mismo para abrirnos a los demás en una actitud de servicio y de “misión”.

Grün, habla del “niño divino” que todos llevamos dentro y que “representa el potencial de creatividad y fantasía que encontramos dentro de nosotros. Es lo que Dios nos ha dado desde nuestro nacimiento. Son nuestras capacidades, nuestro modo de pensar y de sentir. Y es nuestra manera totalmente personal de entender y configurar nuestra vida” (p. 74). Este potencial que tenemos debemos saber explorarlo y echar mano a él para configurar una vida más plena y verdadera.

Las fuentes verdaderas nos darán la posibilidad de proyectar mejor la vida y hacerla más auténtica en esta multiplicidad de caminos que la vida moderna nos ofrece. Y por supuesto que la fuente más plena es la que fluirá de aquella que brota del mismo Señor, de los sacramentos, de la oración, de su Palabra, de una tarde de retiro, de la contemplación de la creación, de un paseo por la playa, del contemplar como juegan los niños, de una amistad cultivada, en fin, del mismo Espíritu Santo que nos dará la vitalidad y la energía para beber agua pura del POZO que Jesús nos ofrece cada día.

Anda y bebe AGUA VIVA de la que te ofrece Jesús cada día.

AL CAER LA TARDE.




ORACION DE LA NOCHE


Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura,
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.

Himno de Completas
Liturgia de las Horas.