martes, 22 de noviembre de 2011

EL TEST FINAL







“Vengan benditos de mi Padre …” les ha dicho Jesús a sus discípulos de todos los tiempos “y reciban en herencia el Reino …”, por qué lo recibirán?, pues “porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed … era forastero … estaba desnudo … enfermo … preso y me vinieron a ver” y más adelante les añade Jesús cuando sus discípulos le preguntarán donde lo vieron hambriento, sediento, forastero …. les dirá con total convicción: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron CONMIGO”.

El test final de la vida cristiana sobre el cual vamos a ser interrogados, pasa por haber vivido esta página emblemática de Mateo 25 que ha dado forma y sentido a tantos proyectos humanizadores y solidarios que se han desplegado a lo largo de estos veinte siglos de vida cristiana en el mundo entero.

Tendrá que ver con el esfuerzo que cada creyente hizo mientras estuvo aquí en la tierra por adquirir NUEVOS OJOS y poder ver al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo y al que estaba preso en la cárcel. Seremos testeados e interpelados en nuestra vida cristiana por la capacidad que tuvimos de identificarnos con ellos, tanto en cuanto eran seres humanos, cuanto que también en ellos estaba el mismo Cristo que tomaba la forma de hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y preso. Podríamos decir que la mejor recapitulación del Evangelio lo encontramos en la vivencia del amor solidario como clave de vida cristiana.

Este será el test final. No sobre otra cosa.

“No hay religión verdadera, no hay política progresista, no hay proclamación responsable de los derechos humanos si no es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su dignidad” (Pagola)

A partir de esta página bíblica, el pobre se nos aparece como sacramento de Dios, en él está la misma presencia de Jesús, por lo tanto quien alivia a un hambriento y hace de su causa, su propia causa de vida, no está más que colocándose al lado de Jesús y propiamente puede llamarse su discípulo. Ha entendido el corazón del Evangelio.

Me pregunto: ¿De qué lado estamos nosotros en este momento? De los que se pusieron del lado de los hambrientos y sedientos o del lado de los que miraron para otro lado y no vieron nada más que sus propios intereses?

Recojamos esta Palabra y dejemos que ella nos interpele y nos movilice. Quizás así, al final del camino podremos escuchar
“VENGAN BENDITOS DE MI PADRE”.

viernes, 4 de noviembre de 2011

SER Y NO PARECER








Jesús continúa su polémica con los escribas y fariseos, ahora, para desenmascararlos derechamente sobre su comportamiento ambiguo e incoherente.

El Señor parte por reconocerle a este grupo religioso su puesto en el sentido de sentarse en la cátedra de Moisés para enseñar al pueblo, sin embargo, les hace una dura crítica a estos dirigentes de Israel porque ellos adulteran, distorsionan y se sirven de la religión para intereses despreciables. Manipulan a los demás, viven de apariencias engañosas que no corresponden a la realidad, no viven lo que enseñan (dicotomía entre la teoría y la praxis), utilizan la religión para amedrentar, en beneficio propio y en desmedro de la gente, se ponen por encima del pueblo pues se creen mejores, se adjudican títulos que sólo le pertenecen al Señor. En suma, no son lo que dicen que son. Incoherencia, inconsecuencia, doblez de vida, mucho de eso y más todavía.

Esta crítica de Jesús es también la crítica que nos hace a todos nosotros los cristianos, especialmente a quienes detentamos de alguna forma un ministerio en el seno de la Comunidad y de todo el Pueblo de Dios (obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y laicos con roles específicos). Pero creo que es también proyectable esta crítica a todos quienes de alguna u otra forma detentan algún poder en el seno de la misma sociedad y de nuestros pueblos. Es la crítica que puede surgir del Maestro cuando definitivamente no hay un trasfondo de verdad y sinceridad en lo que hacemos, sino, más bien, un afán acomodaticio y egoísta que sólo busca su bien personal a costa del sacrificio de los demás.

Mirando un poco más el texto, vamos sacando algunas luces para meditar:

“No hacen lo que dicen”: Nuestro mayor pecado es la INCOHERENCIA de vida. Solemos tener poder, pero, no, autoridad, por cuanto no vivimos lo que decimos. Nuestra conducta o forma de ser nos desacredita. Muchas cosas cambiarían en nuestras Comunidades Cristianas, si asumiéramos de lleno las actitudes evangélicas que el mismo Jesús predicó e hizo suyas, por ejemplo, el servicio, la desclericalización, la transparencia económica, el afecto a los hermanos, etc.

“Atan cargas pesadas y difíciles …” Muchas veces somos duros y exigentes con los demás, pero con nosotros somos blandos, comprensivos y hasta laxos en muchas ocasiones. La parte más ancha para nosotros y la parte más angosta para los demás. Podemos poner pesadas cargas a la gente, pero sin embargo impedirles el acceso a Jesús.

“Todo lo hacen para que los vean …” Ay de aquel que sólo le mueva en la vida la búsqueda del prestigio y de quedar bien parado antes los demás, independientemente si eso corresponde a la realidad. Disfrazar la vida, maquillarla con algo que no corresponde. Las apariencias que al final no son nada.

“Les gusta ocupar los primeros puestos …” A veces buscamos ser tratados de manera especial en el seno de la Comunidad como que si fuéramos superiores, o más importantes, o más sabios. NO buscamos ser tratados como un hermano más, nos puede gustar de manera casi endémica buscar posiciones de privilegios. Y, esto, desgraciadamente no es tan raro encontrarlo en clérigos, religiosos, obispos o laicos. El puesto del creyente es el último y ahí será el primero.

“No se hagan llamar maestro …no tienen más que un MAESTRO …” Sería algo realmente profético y muy decidor que nos pudiéramos desprender de todos aquellos títulos que NO corresponden a nuestra dignidad de cristianos, títulos que vienen solamente a eclipsar al verdadero Maestro y Guía (Doctor) que es Jesús. Dejar de llamarnos: excelentísimo, reverendísimo, muy reverendo padre, eliminar prerrogativas o privilegios, honores, dignidades, muchas de estas cosas o todas, sencillamente, habría que eliminar para andar más cerca del espíritu de la enseñanza de Jesús.

“A nadie en el mundo llamen padre …” Para Jesús su experiencia de la paternidad de Dios Padre es tan profunda, grande, única, entrañable que para él no cabe otra posibilidad que usar el término PADRE sea solamente usado en relación al Padre Celestial y por nadie más en la Comunidad.

Pues bien, a partir de estas enseñanzas de Jesús, saquemos nosotros nuestras propias conclusiones en orden a estructurar un estilo de vida donde el SER sea más importante que el PARECER.