"Siendo arquitectos de nuestra vida”
“El que escucha mis palabras y las practica es como un hombre inteligente
que edificó su casa sobre la roca” (Mt. 7,24).
Al finalizar el Sermón de la Montaña (cap. 5 al 7 de San Mateo), Jesús nos señala que no basta con vivir en un cierto formalismo religioso nuestra fe, sino que ésta ha de expresarse concretamente en las obras que se han de desprender luego de haber escuchado y aceptado sus enseñanzas.
Del mismo texto se desprende, que la vida cristiana, la vida misma, es como construir una casa: o lo hacemos sobre roca firme o sobre arena. Si lo hacemos sobre roca, entonces ésta tendrá solidez y podrá hacer frente a los embates permanentes a los cuales nos podemos ver enfrentados y podremos salir adelante; y, si lo hacemos sobre arena, entonces nuestra casa se vendrá abajo fácilmente cuando tengamos que hacer frente a las vicisitudes que todos hemos de pasar por la vida.
Ahora bien. Al momento de querer construir nuestra vida, nos damos cuenta que hay bases falsas, aparentemente firmes y duraderas, pero que se derrumban muy fácilmente. Como también, hay bases verdaderas que nos ayudarán a enfrentar las tempestades y oleajes inevitables que se dan en la vida. Lo que nos cabe a nosotros, es saber responsabilizarnos de nuestras vidas para no herirnos (en una construcción falsa), o ser heridos por las tempestades exteriores y vivir insulsamente nuestra existencia cotidiana hasta el punto que pueda derrumbarse nuestra casa.
En este sentido, “construir la casa” significa crecer hacia adentro: Hacer una opción, una opción por caminar hacia esa “casa interior”, la casa de nuestros afectos y sentimientos, de nuestro corazón, de nuestro ser íntimo. Se trata de crecer DESDE DENTRO HACIA FUERA y no a la inversa, o dicho de otra forma, ir desde "fuera" hacia "dentro", ya que cuando estamos “dentro de la casa” entonces somos conscientes de nuestra vida, así como cuando estamos “fuera” verdaderamente estamos enajenados y fuera de la realidad.
En definitiva, “construir la casa”, nuestra vida, es poner a Jesús en el centro de nuestro ser, teniéndolo a El como nuestro paradigma, espejo donde nos miramos, la luz que nos ilumina, el camino que recorremos, la Palabra que escuchamos, el modelo de vida que asumimos como propio. En suma, el horizonte hacia el cual se proyectan nuestros sueños y la consumación de todo lo que vamos haciendo cada día.
Construir la casa, haciéndonos de verdad arquitectos de nuestra existencia, presupone sentarse a los pies de Jesús de continuo para aprender de El y contrastar a partir de su enseñanza lo que hemos ido construyendo cada día y hemos hecho con nuestra vida.
Seamos de verdad arquitectos de nuestras vidas, construyendo nuestra casa sobre la ROCA firme que es Jesús y su enseñanza y sobre todos aquellos valores y modelos que nos hacen bien, nos liberan y nos dan vida en plenitud. ¡Será una tarea apasionante y que la hemos de realizar en cualquier etapa de la vida en que nos encontremos! ¡COMENCEMOS HERMANOS CADA DIA!
“El que escucha mis palabras y las practica es como un hombre inteligente
que edificó su casa sobre la roca” (Mt. 7,24).
Al finalizar el Sermón de la Montaña (cap. 5 al 7 de San Mateo), Jesús nos señala que no basta con vivir en un cierto formalismo religioso nuestra fe, sino que ésta ha de expresarse concretamente en las obras que se han de desprender luego de haber escuchado y aceptado sus enseñanzas.
Del mismo texto se desprende, que la vida cristiana, la vida misma, es como construir una casa: o lo hacemos sobre roca firme o sobre arena. Si lo hacemos sobre roca, entonces ésta tendrá solidez y podrá hacer frente a los embates permanentes a los cuales nos podemos ver enfrentados y podremos salir adelante; y, si lo hacemos sobre arena, entonces nuestra casa se vendrá abajo fácilmente cuando tengamos que hacer frente a las vicisitudes que todos hemos de pasar por la vida.
Ahora bien. Al momento de querer construir nuestra vida, nos damos cuenta que hay bases falsas, aparentemente firmes y duraderas, pero que se derrumban muy fácilmente. Como también, hay bases verdaderas que nos ayudarán a enfrentar las tempestades y oleajes inevitables que se dan en la vida. Lo que nos cabe a nosotros, es saber responsabilizarnos de nuestras vidas para no herirnos (en una construcción falsa), o ser heridos por las tempestades exteriores y vivir insulsamente nuestra existencia cotidiana hasta el punto que pueda derrumbarse nuestra casa.
En este sentido, “construir la casa” significa crecer hacia adentro: Hacer una opción, una opción por caminar hacia esa “casa interior”, la casa de nuestros afectos y sentimientos, de nuestro corazón, de nuestro ser íntimo. Se trata de crecer DESDE DENTRO HACIA FUERA y no a la inversa, o dicho de otra forma, ir desde "fuera" hacia "dentro", ya que cuando estamos “dentro de la casa” entonces somos conscientes de nuestra vida, así como cuando estamos “fuera” verdaderamente estamos enajenados y fuera de la realidad.
En definitiva, “construir la casa”, nuestra vida, es poner a Jesús en el centro de nuestro ser, teniéndolo a El como nuestro paradigma, espejo donde nos miramos, la luz que nos ilumina, el camino que recorremos, la Palabra que escuchamos, el modelo de vida que asumimos como propio. En suma, el horizonte hacia el cual se proyectan nuestros sueños y la consumación de todo lo que vamos haciendo cada día.
Construir la casa, haciéndonos de verdad arquitectos de nuestra existencia, presupone sentarse a los pies de Jesús de continuo para aprender de El y contrastar a partir de su enseñanza lo que hemos ido construyendo cada día y hemos hecho con nuestra vida.
Seamos de verdad arquitectos de nuestras vidas, construyendo nuestra casa sobre la ROCA firme que es Jesús y su enseñanza y sobre todos aquellos valores y modelos que nos hacen bien, nos liberan y nos dan vida en plenitud. ¡Será una tarea apasionante y que la hemos de realizar en cualquier etapa de la vida en que nos encontremos! ¡COMENCEMOS HERMANOS CADA DIA!