lunes, 25 de agosto de 2008

DE BEIJING A LONDRES


PARA OBTENER UNA CORONA QUE NO SE MARCHITA



TODOS LOS PUEBLOS UNIDOS POR EL DEPORTE



LOS LOGROS SE OBTIENEN EN EQUIPO



SOMOS UN PUEBLO QUE CAMINA


LA PATRIA COMUN QUE NOS COBIJA


CON ESFUERZO, TODO ES POSIBLE


CORRE SIN CESAR QUE LA META ES CRISTO



Por una vida sana y disciplinada



“¿No han aprendido nada en el estadio?
Muchos corren, pero uno solo gana el premio.
Corran, pues, de manera que lo consigan, como los atletas
que se imponen régimen muy estricto. Solamente que ellos
lo hacen por una corona de laureles perecederos, mientras
que nosotros, por una corona que no se marchita”.

(1Cor. 9, 24-25).




Se terminaron los Juegos Olímpicos de Beijing. Según los entendidos, los mejores de toda la historia olímpica. Ya son parte de la historia deportiva los logros deportivos obtenidos por aquellos atletas que con alguna ilusión participaron de este magno evento, del cual nosotros pudimos participar gracias a las transmisiones televisivas. Por algún tiempo quedarán en nuestro recuerdo, aquellos nombres ilustres que engalanaron esta justa deportiva. Los Michael Phelps, Yelena Isinbayeva, Usain Bolt, vienen a ser las figuras consulares de los miles de deportistas que se dieron cita a esta cultura milenaria como es China.

Y ahora viene Londres. En cuatro años más, serán estos mismos deportistas y muchos otros, que buscarán ponerse en el pecho la presea dorada por la cual bien vale la pena el sacrificio, la disciplina, el orden, los entrenamientos, la ascesis llevada a cabo con perseverancia para poder llegar al objetivo final. Todo ello que bien vale la pena por un minuto de gloria a nivel deportivo.

¿Y Chile? ¡Bien, gracias! Nosotros vamos sólo a participar, desde este punto de vista una linda e inolvidable experiencia para esos veintitantos deportistas. Pero si de ganar se trata y de llegar al estrado para calzarse una medalla, sin duda que un rotundo fracaso. Sólo la medalla de plata de González se escapa a la mediocridad reinante, además de la escapada temeraria de Almonacid, el ciclista de Puerto Montt. Sólo para la tele su accionar, pero nada más.

A raíz de esta experiencia olímpica quisiera proponerles dos reflexiones.

Más allá de la profesionalización del deporte, que esa es una materia de largo aliento, me pregunto, ¿qué estilo de vida estamos llevando los chilenos en la actualidad?. Qué lugar le estamos dando al deporte dentro de nuestras prioridades?. Fíjense que cerca del 53 % de los chilenos padecen de sobrepeso. Hoy la obesidad en los niños es alarmante. Las clases de educación física muchas veces no se realizan, casi la mitad en el año, dedicando ese tiempo a otras realidades: hacer otras asignaturas, preparar la PSU, vivir retiros, paseos, atención de apoderados, en fin. El sedentarismo se vino a instalar entre nosotros y pareciera que no tiene para cuando abandonarnos. Mucha televisión e internet en los niños y muy poco tiempo para la excursión, las caminatas, el deporte, la recreación.

Creo que debiéramos replantearnos seriamente nuestro estilo de vida. Y en este sentido, deberíamos propugnar más fuertemente el deporte entre todos, especialmente en los niños y los jóvenes, pues cuando éste se realiza de manera habitual, aprendemos valores como la disciplina, el sacrificio, la perseverancia, el compañerismo, valores éstos que pareciera que estuvieran en desuso todavía más cuando valoramos lo inmediato, el placer rápido y el goce instantáneo.

El otro aspecto tiene que ver con la corona que no se marchita para la cual tenemos que esforzarnos cada día. Si un atleta se desvive por una corona que se marchita, ¿cuántos más valdrá la pena dar todo lo que somos por llegar un día a ser parte de la eternidad? Ahí donde todo será alegría, juego y fraternidad.

La vida cristiana es un camino lindo que tenemos que hacer cada día con ilusión y esperanza. Cada día abrirnos a algo nuevo y sentir que estamos en la pista de la vida para alcanzar todos los “records” posibles. No vale nada una vida cristiana chata y diminuta sin el esfuerzo creativo de cada día por estar bien preparados y “rindiendo” al máximo de acuerdo a las capacidades que el Señor nos ha dado.

Beijing se terminó y ahora viene Londres. Los atletas proseguirán su exigente preparación con la ilusión de una medalla.

Nosotros también, pero por una corona que no se marchita.

martes, 19 de agosto de 2008

TE LLEVARE AL DESIERTO ...






"Te llevaré al desierto para hablarte
al corazón"

(Oseas, 2,16)


LA VIDA INTERIOR: UNA DIMENSION OLVIDADA
DE LA VIDA MODERNA



Tuve la gracia y el privilegio de haberme dedicado unos días a cultivar mi interior y hacer verdad lo que nos dice el profeta Oseas: ir al desierto, llevado por Dios, para que El me hablara al corazón de lo único que sabe hablar Dios: es decir, de amor. Un profeta que ha pasado a la historia por ser el hombre engañado por su esposa, a la que, a pesar de todas sus infidelidades, no dejó de amar. Así es también Dios, el Eterno Amante, que a pesar de nuestras infidelidades, nos sigue buscando para regalarnos su amor.

Esta experiencia de “ir al desierto”, es decir, de tener oportunidades de privilegiar el cultivo de la vida interior, es un desafío de primera magnitud en el contexto de la vida, agitada y dispersa, que nos toca vivir en la actualidad.

El interior es el lugar de la verdad de una persona. Hoy se ha inflado y sobreexpuesto de manera desmesurada lo “exterior” de las personas, pero donde verdaderamente podemos conocer a alguien en su ser más verdadero, es precisamente en su interior. Ahí contemplaremos su corazón, su modo de ser, su visión verdadera de la vida. El exterior puede disimular, el interior es el santuario de la verdad última de todo ser humano. Por eso es necesario cultivar el interior.

El interior tiene que ver también con la vida tranquila, sosegada, vivida a escala humana. De ahí que en las ciudades y pueblos pequeños, se pueda respirar un aire más tranquilo y las relaciones con los demás se hagan más estrechas y cercanas, además de hacer más humanizante el estilo de vida que se lleva. Más tiempo para la familia, para hacer fiesta, corresponder la amistad forjada, etc.

El interior es todavía algo más profundo y es la oportunidad que tiene una persona de plantearse preguntas de fondo en su vida y de proyectarse en el sentido que quiere darle a esa vida. Preguntas como: ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué horizonte va adquiriendo mi existencia? ¿Por qué y para qué estoy en este mundo? ¿En razón de qué late mi corazón? ¿Cómo puedo contemplar el rostro de mi Dios?, en fin, preguntas que cada cual necesita plantearse de vez en cuando y saberlas responder oportunamente.

La vida interior nos ayuda a ser más consistentes para vivir a escala humana nuestra vida. Y estos espacios son los que deberíamos buscar y que las religiones y nuestra Iglesia deben considerar y ofrecer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

En este viaje al interior nos encontraremos con nuestro yo más íntimo y con aquellas verdades que hemos de asumir e integrar. Nuestra historia será leída desde la presencia amorosa de Dios que nos invita al desierto para hablarnos de amor. En la brisa suave de la soledad y el silencio, encontraremos el ímpetu necesario para volver a enfrentarnos con la realidad cotidiana, ahora con un corazón más pleno, sin tanto estrés y con mayores posibilidades de irradiar paz y serenidad.

Si esto es así, entonces cuando tengas una oportunidad, ¡ve al desierto para que Dios te hable al corazón!


domingo, 10 de agosto de 2008

CON NUESTRAS BARCAS MAR ADENTRO





"Entre tanto, la barca estaba ya muy lejos de tierra,
sacudida fuertemente por las olas,
porque soplaba viento en contra"
(Mt. 14, 24)
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¡SALVAME, SEÑOR, QUE ME HUNDO!
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Pedro, vivió la experiencia de sentir que se hundía en las aguas movedizas y crispadas en ese mar en donde poco antes había caminado el mismo Jesús. Su miedo, casi endémico, lo hizo dudar del poder del Señor y por eso la sensación de estar hundiéndose. Ante tamaña experiencia, no le queda más que reconocer su fragilidad y absoluta indigencia, diciendo esa oración, breve y bella, que jamás nunca se haya escrito: ¡SEÑOR, SALVAME!

La experiencia de Pedro es por supuesto también nuestra experiencia.

La barca se interna mar adentro, el oleaje se hace sostenido he intenso y comienza a hacer agua nuestra expedición. El viento sopla fuerte y precisamente lo hace en contra nuestra. La sensación de que vamos a naufragar es evidente. Sólo se avizora en el horizonte que la barca se hunde y vamos camino al exterminio.

Nos hundimos de muchas maneras.

Algunos en el alcohol, otros en la droga, los de allá en la miseria y el hacinamiento, algunos en la prostitución, aquéllos en la soledad más abismante y los otros en la enfermedad que debilita y corroe nuestra seguridad y bienestar físico.

Otros se hunden cuando se hacen parte de una cultura hedonista y algunos experimentan la sensación de que nada vale, que todo es relativo y que en definitiva, la vida es una cruz pesada que tenemos que cargar a regañadientes cada día.

Nos hundimos en la búsqueda del poder desenfrenado, en la lógica individualista del poseer y alcanzamos el abismo cada vez que cerramos los ojos y el corazón al susurro del cantar de un pájaro, a la mirada cándida de un niño o a la búsqueda de cariño de un anciano que se encuentra acorralado en la soledad de su pieza o del hogar que lo ha cobijado.

Claro que sí, sentimos la experiencia de que nos hundimos cuando los esfuerzos que hicimos por construir una familia sólida no se dio como esperábamos. Cuando le fallé a un amigo en la lealtad que le debía. Cuando me fui haciendo consciente que solo con mis fuerzas y miedos no podía caminar por las aguas movedizas de la vida. En fin, el listado se hace largo e interminable. Lo concreto es que experiencias en donde la barca se tambalea de lado a lado han sido muchas a lo largo de la vida.

Y frente a esta realidad, ¿qué hacer?

De estas experiencias no podemos arrancar, ni las podemos soslayar, como también de los miedos nada fructífero puede salir. Sólo nos resta esperar, confiar, abandonarnos. Los vientos en contra podrán ser muy fuertes, pero no terminarán por destruir nuestra barca. Sólo cabe el abandono y la confianza.

Desde este punto de vista, podremos decir que estas experiencias se verán redimensionadas, cuando sea capaz de exclamar desde el fondo del corazón: “¡SALVAME, SEÑOR!”, es decir, cuando sea capaz de abrir una puerta o una ventana, al asombro que significa dejar que Dios se haga evidente en nuestra vida. Será su mano, la que se extenderá, para recibirme y acogerme y al igual que un niño dejarme sostener por El para dar la batalla de cada día y seguir navegando mar adentro por esas aguas crispadas, desafiantes y profundas que, en definitiva, es la realidad que hoy nos toca vivir.

Mientras tanto la barca seguirá internándose mar adentro, sacudida por las olas porque sopla viento en contra, pero ahora con la confianza que no nos hundiremos porque Jesús navega con nosotros.

¡Sigue navegando mar adentro! ¡Esa es tu vocación!


SOLIDARIDAD: UN ESTILO DE VIDA



AGOSTO: MES DE LA SOLIDARIDAD
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"No escuches con los oídos,
hazlo con el corazón".
"Escucha a los demás,
como quieres que te escuchen a ti".
"Yo te escucho".
"Escuchar hace bien".
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En el marco del mes de la solidaridad y en consonancia con el lema que se ha colocado para celebrar este mes solidario, nos podemos preguntar:
¿A quién de preferencia debería saber escuchar en este tiempo? ¿A un niño? ¿A un anciano? ¿A mis hijos? ¿A mi cónyuge?
Ponte a escuchar, no tan sólo con los oídos, sino preferentemente con el corazón.

martes, 5 de agosto de 2008

DENLES USTEDES DE COMER



"Y después de ordenar a la multitud que se sentara
sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados,
y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición,
partió los panes, los dio a los discípulos,
y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse"

(Mt. 14, 19-20)

CINCO PANES Y DOS PESCADOS
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Agosto, mes de la solidaridad.

Es el MES DE LA SOLIDARIDAD, en relación a la figura del P. Hurtado que murió un 18 de agosto de 1952 y que hizo de la opción por los pobres, una de sus banderas principales en el ejercicio de su ministerio sacerdotal y religioso. Tanto es así, que el mismo parlamento chileno en 1994, colocó el 18 de agosto como el DIA NACIONAL DE LA SOLIDARIDAD en homenaje a nuestro santo recientemente canonizado.

En relación a este punto, te invitaría que nos preguntáramos,
¿es Chile HOY un país solidario? En verdad, ¿somos solidarios los chilenos?.

Siempre se ha dicho que los chilenos somos un país solidario, y como ejemplo de esta afirmación, se hace mención a esas acciones que se impulsan cuando ocurren terremotos, inundaciones, entra en erupción un volcán o se realiza la Teletón, en el cual los corazones de muchos se enternecen hasta el límite de la emoción y las lágrimas. Pero, en justicia,
¿podemos decir que estas acciones bastan por sí solas para determinar el carácter solidario de nuestra cultura chilena?.

Quizás sí, o quizás no, dependerá del cristal con que se miren dichas acciones.

Sería ocioso desconocer que muchas personas, de manera instantánea y generosa, suelen responder positivamente a los llamados solidarios que se hacen para estas ocasiones. Eso habla muy bien de ellas y es algo que debemos seguir potenciando en nuestros comportamientos personales y privados.

Pero también es cierto, que la solidaridad cristiana, que tiene que ver mucho más con la justicia que con la pura caridad, es el esfuerzo que debemos hacer los cristianos por nuestra fe y todos los seres humanos por ser tales, en crear estructuras verdaderamente justas que conlleven a la creación de una sociedad más justa y equitativa, que vele por los derechos de los más débiles y marginados.

La solidaridad, implica echar mano a la imaginación, la creatividad y el compromiso activo por instaurar espacios cada vez más adecuados, para que cada familia, cada chileno y chilena, pueda desarrollarse de manera integral y tenga salvaguardados sus derechos básicos, llámense éstos: salud, vivienda, educación, trabajo estable, descanso, etc. La solidaridad no es fomentar el paternalismo ni el asistencialismo y la dependencia. Ella es, más bien, amiga de la promoción humana, promueve la organización y la conciencia social y se hace parte de la liberación integral del ser humano y que éste se haga sujeto de su desarrollo y crecimiento.

La solidaridad, un modo de vida en definitiva, es hacer que los CINCO PANES Y LOS DOS PESCADOS que hoy tenemos entre nuestras manos, los podamos multiplicar por cientos y miles y así caminemos hacia una sociedad que se construye a escala humana. Es hacer que todos entren al banquete y tengan un asiento en la mesa de la vida donde se distribuye el pan de cada día y no tengan que comer de las migajas que caen de la mesa de los que tienen con abundancia. O tengan que vivir de la espontaneidad solidaria que se genera cuando hay un terremoto, una inundación, cuando se lanzan campañas para erradicar campamentos o se crean Centros de Acogida para los que duermen en las calles o se realiza la Teletón para los minusválidos al terminar el año.

Simplemente, solidaridad es tomar en serio el evangelio y seguir el ejemplo de Jesús que de CINCO PANES Y DOS PESCADOS pudo dar de comer a una multitud.

Tarea que hoy nos toca a nosotros, pues Jesús nos vuelve a repetir como un día a sus discípulos:
“DENLES USTEDES DE COMER”.

domingo, 3 de agosto de 2008

AGOSTO: MES DE LA SOLIDARIDAD: "ESCUCHAR HACE BIEN"


Decálogo de la Solidaridad


1.- Acuérdate que Dios es Padre de todos.

2.- Reconcíliate con quien estás enemistado.

3.- Saluda o visita a quienes tienes en el olvido.

4.- Actúa con justicia y agradece a quienes colaboran contigo.

5.- Escucha con atención a quien te quiera hablar.

6.- Comparte algo que aprecias con quien lo necesita.

7.- Visita a un enfermo o a un preso.

8.- No ensucies tu ciudad y protege la naturaleza.

9.- Ten paciencia y prudencia al conducir.

10.- Evita hacer cosas que a los otros les molesten.



P. Alberto Hurtado, s.j.

Fuente: Iglesia.cl