lunes, 29 de diciembre de 2008

MIRANDONOS EN EL ESPEJO DE LA SAGRADA FAMILIA

Que la LUZ de Cristo entre por siempre en tu casa.


Que la LUZ, que es Cristo, ilumine por siempre tu camino.



"El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría,
y la gracia de Dios estaba con él".


Lc. 2,40



Ciertamente la familia es la institución más humana y más divina que conoce la humanidad y que propugna por doquier, en el modelo de la Sagrada Familia, la Iglesia y los cristianos.

Seguramente hoy hablaremos de diversos modelos de familia (más allá del modelo clásico y del más auténtico y verdadero, por lo demás, en donde convive el padre, la madre y los hijos) por las diversas circunstancias y realidades culturales que se han ido imponiendo en la humanidad. Pero más allá de esta diversificación, que por cierto ha de tener sus límites, los cristianos encontramos en la Sagrada Familia, el modelo y el paradigma perfecto en donde mirarnos de continuo, ha objeto de construir y proyectar la familia como célula básica de la humanidad.

Cuando Jesús asumió en la encarnación nuestra condición humana, lo hizo con todas sus consecuencias, de modo que también él “tuvo” necesidad de tener una familia concreta, un padre adoptivo, no biológico, y una madre que lo trajo a este mundo. El supo lo que era una familia, sintió el calor de un hogar, aprendió a obedecer, se interesó por las cosas domésticas, en suma, también recibió de sus padres lo que de ellos se puede esperar: educación, formación, cuidado, protección, disciplina, orientación, diálogo, escucha, etc.

Teniendo en cuenta el sentido paradigmático que tiene la figura del Niño Jesús, María y José en la formación y proyección de nuestras familias, me detengo en algunos conceptos que nos podrían ayudar a potenciar esta realidad que a veces se ve a maltraer en la sociedad actual:

En efecto, nuestras familias deben considerar la INDIVIDUALIDAD de sus integrantes. Aunque corra la misma sangre por las venas, no somos hechos en serie, ni somos iguales. Cada integrante, debiera ser respetado en lo que es, con sus grandezas y con sus límites. Todos juntos, formarán la familia ideal. En la diversidad de colores, encontraremos la riqueza y maravilla de nuestra propia familia.

Seamos capaces de crear una cultura permanente del DIALOGO y la comunicación, de corazón a corazón, de manera fluida y permanente, dentro del seno del hogar. Si no somos capaces de abrir los corazones, iremos creando progresivamente muros insalvables que nos llevarán al rompimiento de la familia. Y un diálogo que no es monólogo, sino escucha atenta de las experiencias del otro.

¡Vivamos de continuo el PERDON entre los distintos integrantes de la familia! Perdonar hace bien. Tanto al que pide perdón como al que perdona. Es una terapia reconocidamente válida que elimina, de raíz, todo intento de autodefensa, de repliegue excesivo hacia uno mismo y que permite zanjar las rivalidades y odiosidades que se pueden ir incubando de manera solapada y oculta en el hogar. Y que es un virus que destruye silenciosamente a quienes conforman la familia.

Seamos capaces de tener MOMENTOS GRATUITOS entre todos. Hacer fiesta, ser más lúdicos, “perder” tiempo en los demás. Apagar la T.V. para conversar. Relatarnos historias, hacer memoria de lo vivido. En fin, tiempo para los demás, y no tan sólo, trabajo, mecanización, rutina, etc.

Y por último, y como eje de todo, asumamos una ESPIRITUALIDAD dentro del hogar. Que Cristo sea la ROCA sobre la cual vayamos construyendo la familia. En sus valores que nos reflejemos y nos dejemos cuestionar permanentemente. Pueden venir tempestades y vientos fuertes, pero la “casa” estará firme porque los integrantes del hogar han ido alimentando su corazón y su vida con la sabiduría de la SAGRADA FAMILIA.

Protejamos, pues, esta institución, la más HUMANA y DIVINA a la vez.


lunes, 22 de diciembre de 2008

FELIZ NAVIDAD PARA TI


Toma a Jesús en tus propios brazos y acógelo con cariño.


A pesar del desconcierto y del estupor, con María,
abandónate en el Señor.



“El bienaventurado Francisco, efectivamente, celebraba la fiesta de Navidad
con mayor reverencia que cualquier otra fiesta del Señor, porque, si bien
en las otras solemnidades el Señor ha obrado nuestra salvación,
sin embargo, como él decía, comenzamos a ser salvos desde el día
en que nació el Señor. Por eso quería que en ese día todo cristiano
se alegrase en el Señor y que, por amor de Aquel que se nos dio a sí mismo,
todo hombre fuese alegremente dadivoso no sólo con los pobres,
sino también con los animales y las aves”


Leyenda de Perusa, 14.





¡Cuánto quisiera que pases una linda Navidad en esta ocasión! Que esos sentimientos que brotan desde el Pesebre de Belén, verdaderamente se aniden en tu corazón y los lleves contigo todo el próximo año y durante toda tu vida.

Que el Niño Jesús, nacido POBRE Y PEQUEÑO, te ayude siempre. Que El, desde su fragilidad y minoridad, te ilumine y te enseñe cuál es el camino que Dios nos plantea para ser verdaderamente felices.

¡Ábrele tu corazón y tu vida al SALVADOR del mundo! ¡Que El encuentre una morada donde cobijarse y crecer!

Querido amigo y amiga, mira el PESEBRE y contempla a Jesús que te invita a valorar todo lo humano como expresión de la opción que el Señor hizo por nuestra condición de criaturas. Nada le es indiferente. Todo le importa, más aún, cuando se trata de un niño, de un pobre, de un marginado, de alguien que todavía no alcanza la estatura humana como fue la opción del Niño Jesús.

Hermano, hermana, anda a contemplar el PESEBRE y hazte instrumento de paz, justicia, alegría, reconciliación y de humanidad, en un mundo que necesita urgentemente que le ilumine con toda su potencia la ESTRELLA DE BELEN que tú debes llevar a todos los rincones.

Agradecido de tu amistad, te deseo un fecundo año 2009.

Con el cariño de siempre, tu hermano Mario.


martes, 16 de diciembre de 2008

PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR

Preparar el camino al Señor, ¿qué supone para ti?

Quizás si lo más importante sea preparar tu corazón.


"¿Qué dices de ti mismo?



Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino

del Señor, como dijo el profeta Isaías".



Jn, 1, 22-23




Juan Bautista da testimonio del Señor, es el precursor, quien prepara el camino al Mesías de quien él es su testigo y la voz que clama en el desierto. El tiene clara su identidad, sabe que no es la luz, sino el testigo de la luz. Ante las preguntas recurrentes de los sacerdotes y levitas, enviados por los judíos, para inquirir detalles sobre su persona y misión, Juan Bautista sabe cuál es su misión y de qué forma a él le corresponde preparar el camino, convocar a las multitudes, para que se dispongan a recibir al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

De la persona de Juan y su misión, se desprenden algunas enseñanzas que hemos de tener en cuenta a la hora de vivir nuestro discipulado de Jesús:

NECESIDAD DE TENER UNA IDENTIDAD CLARA:

Juan no es la LUZ, pero es testigo de la LUZ. No es el Mesías, pero prepara el camino del Mesías. Bautiza con agua, pero Jesús bautizará con Espíritu Santo. No ha nacido hombre más grande que él, pero él ni siquiera es digno de desatarle la correa de la sandalia al Maestro.

En un mundo pluricultural, diverso, con un conjunto de estilos de vida, marcadamente secularista y en donde los sentidos de vida pasan por diversos parámetros, se hace del todo útil y necesario, que los cristianos tengamos una IDENTIDAD cada vez más clara y definida. Una identidad que le de sentido y oriente nuestros estilos de vida, las opciones que vamos tomando cada vez y la forma como nos enfrentamos a los diversos escenarios con que nos vamos encontrando cada día en el mundo.

Si esto es así, el cristiano no estará, necesariamente, expuesto a los vaivenes o corrientes de pensamiento que se van enfatizando hoy día. Y ningún ambiente le será extraño para poder vivir con nitidez y transparencia su vocación cristiana. Y esta identidad no estará dada por formalidades externas (una cruz, un rosario en el cuello, un hábito religioso, o algo por el estilo), o por prácticas religiosas que a veces pueden estar vacías y sin un compromiso real con la vida de cada día, sino por la apertura permanente a la Palabra, al Espíritu Santo y al frecuente discernimiento de todo para quedarnos con lo bueno, como nos recuerda el apóstol Pablo.

NECESIDAD DE SER TESTIGOS DE LA LUZ:

Juan Bautista se sabe testigo y una voz que clama en el desierto. Viene a dar testimonio de la luz para que todos puedan creer a partir de su testimonio.

El testigo es alguien que ha visto o escuchado a alguien. Ha sido co-protagonista de un acontecimiento, en el fondo ha sido parte de una experiencia.

También los cristianos tenemos necesidad de ser cada vez más elocuentes como testigos de la LUZ que es Cristo. Ser testigos de la buena nueva (“el Señor me ha ungido, El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos …” nos dirá el profeta Isaías). No profetas de desventuras sino portadores de una NOTICIA que satisface el corazón, que lo ensancha y lo hace prorrumpir en gritos de alegría y gozo en el encuentro cercano con el Dios Emmanuel.

Ser una voz que clama en el desierto de este mundo complejo y de nuestra Iglesia y Comunidades, donde faltan los testigos y profetas y muchas veces sobran los funcionarios religiosos. Una voz que clama en el desierto para no cansarnos a pesar que vayamos contra la corriente, en una sociedad que parece darle la espalda a aquellos valores humanos y evangélicos que nos trajo Jesús.

Vayamos, pues, por este mundo, afirmando cada vez nuestra identidad como discípulos y viviendo el testimonio alegre de la LUZ que nos trae Jesús en Belén. Así le preparamos mejor el camino a Jesús, como lo hiciera un día Juan Bautista.




lunes, 8 de diciembre de 2008

NUEVOS GOBIERNOS COMUNALES





“Ustedes son luz para el mundo”

Mt. 5,14



El sábado recién pasado, han asumido en todas las Comunas del País, los nuevos gobiernos comunales, Alcaldes y Concejales, que tendrán la misión de gobernar las trescientas y tantas Comunas que existen en todo el País.

¿Qué se le puede pedir a un Gobierno Comunal, específicamente a su Alcalde?

De una consulta que hiciéramos hace unos meses atrás, se desprenden tres elementos de vital importancia, digno de destacar, a saber:

PROBIDAD Y TRANSPARENCIA:

Se dice que la corrupción es como el narcotráfico, se sabe dónde comienza, pero no donde termina. Y casos de corrupción han habido suficientes en el último tiempo como para estar tranquilos, amparados, sólo, en las estadísticas que nos dicen que este no es todavía un problema para inquietarse. Me parece que no.

A un alcalde, se le pide en primer lugar, que sea una persona honesta, proba, transparente y honrada. Este será su primer activo para ejercer la autoridad entre sus ciudadanos. De hecho, una persona proba, transparente, honesta, en cualquier parte será bienvenida (en la Iglesia, en una junta de vecinos …) y por cierto en la conducción de una Comuna, todavía más, cuando normalmente estas autoridades tienen acceso a importantes presupuestos que son entregados por el gobierno central y generados por la misma Comuna.

LIDERAZGO Y CREATIVIDAD:

El alcalde (y en alguna medida los concejales), debe ser una persona que despliegue un fuerte liderazgo y creatividad en el ejercicio de su mandato. La autoridad se hace sentir en sentido positivo, cuando ella es capaz de encabezar un buen proyecto comunitario en bien de todos los ciudadanos y no sólo orientado a su grupo partidista. Un buen líder, es capaz de potenciar otros liderazgos, sacar a relucir las mejores capacidades de los ciudadanos y echa mano a su imaginación e inventiva (muchas veces impulsada por sus equipos de asesoría y de apoyo), para enfrentar con lucidez y creatividad los innumerables desafíos que por cierto cada Comuna presenta.

El líder sabe intuir lo que necesita la gente, encabeza los procesos de transformación de una realidad determinada y es el primero que se pone a trabajar por el bien común para el cual fue elegido. No trabaja solo, sino que hace trabajar a muchos bajo su dirección y mando. Un buen líder no busca su beneficio personal, sino que amplía el horizonte para que el conjunto pueda crecer y alcanzar niveles de mayor desarrollo y crecimiento.

DEMOCRACIA Y PARTICIPACION:

Sin duda que éste elemento aparece muy importante. Si la política ha caído en descrédito es porque la gente se siente excluida, poco escuchada e intuye que los grupos gobernantes muchas veces son cerrados y sólo les interesa satisfacer los intereses de sus grupos y de las “camarillas” que se arman en torno al poder, sea comunal o nacional.

Abrir canales reales de participación, donde se pueda tener voz y voto, capacidad real de decisión y de ser escuchados realmente, serán elementos claves para legitimar la política y el ejercicio del poder, en este caso de los gobiernos comunales, lo será de vital importancia para reencantar a los ciudadanos en lo bien que es estar atentos de lo que sucede en la ciudad y en el País. Y sobre todo, para reencantar a los jóvenes que están demostrando una fuerte desafección con la política y sus actores.

El que comparte el poder no lo pierde, lo gana y lo hace más fuerte. Por eso ¿por qué tenerle miedo a más democracia y participación? No sólo debemos anhelarla sino que debemos exigirla.

Nosotros como cristianos, no vivimos de espaldas a la historia y al mundo, por eso, como la sal y la levadura, insertémonos en el tejido comunal y procuremos que estos valores se vayan
encarnando en los gobiernos comunales que recién han asumido. Así también seremos luz para el mundo. ¿Será mucho pedir?

lunes, 1 de diciembre de 2008

¡SURSUM CORDAM! ¡ARRIBA LOS CORAZONES!

Tu mirada Jesús, nos contagie en una esperanza activa.
Deja que en tu corazón habite por siempre la esperanza.
Con la fuerza y candidez de una flor, construimos esperanza.


“Estén preparados y vigilando, ya que no saben
cuál será el momento … Lo que les digo a
ustedes, se lo digo a todos: estén despiertos”.

Mc. 13, 33.37



Un encuentro de empresarios del país, titulaba así su encuentro anual: ¡SURSUM CORDAM! ¡ARRIBA LOS CORAZONES! Este lema, que estaba relacionado con el análisis de la coyuntura económica de Chile y el mundo (realidad compleja y difícil en este momento), me ha parecido sugerente colocarlo como punto de fondo para este comentario, ahora que estamos iniciando un nuevo tiempo litúrgico, como es el adviento que inauguramos el domingo recién pasado.

El adviento es el tiempo de la esperanza, de la espera activa del Mesías que anhelamos venga a instalarse en el corazón del mundo y de la historia. Que ya vino, en el misterio de la encarnación que celebramos el 25 de diciembre, que viene cada día a nosotros, rodeado de fragilidad, pobreza y periferia, y que esperamos al final de los tiempos en el momento de la parusía y de su manifestación gloriosa como Rey y Señor del mundo y de la historia.

De hecho, el cristiano, es el hombre, la mujer, que indefectiblemente vive de esperanza. Anhelamos y soñamos un mundo mejor. Esperamos, a veces, contra toda esperanza. Cuando nada hace suponer lo contrario y creemos que ya todo se ha acabado, la fe en Jesús nos dice: ¡arriba los corazones! No se amilanen ante los obstáculos y las adversidades. No dejen caer sus sueños y utopías. No cedan a las tentaciones de una vida mediocre y de bajo vuelo. No. Absolutamente, no.

Adviento es el tiempo para la vigilancia, para estar atentos y despiertos y para no dejarse adormecer por las tentaciones de este mundo y por las sutilezas del Maligno que nos puede tentar con llevar una vida, religiosa y espiritual, cómoda, aburguesada e instalada. Seguros de que el Señor tardará, nos entretengamos en las metas inmediatistas, de una vida pequeña y de poca monta.

Estén prevenidos, nos dice el Señor, porque no saben ni el día ni la hora. Mientras me voy a un largo viaje, les confío mi casa, a cada cual le encomiendo una misión y no se queden dormidos, tranquilos y refugiados en la seguridad de los honores que están recibiendo, de los títulos que han adquirido, de las imágenes que han tratado de proyectar o en la seguridad que no tendremos que dar cuenta de qué hemos hecho con la misión encomendada.

Adviento es el tiempo para leer y escrutar los signos de los tiempos y discernir la voluntad de Dios y poder descubrir el paso de Dios por nuestra historia personal y comunitaria. El discípulo no se puede instalar en una vida cristiana llevada de manera mecánica y de algo que ha adquirido de una vez para siempre. No. El cristiano siempre pregunta a su Señor por lo que tiene que hacer, por lo que tiene que cambiar, por aquello que hoy debe realizar. No se es cristiano, laico, religioso, sacerdote, de una vez para siempre.

Vamos a estar prevenidos, atentos, vigilantes, despiertos y cantando la esperanza de un mundo más pleno y divino, en la medida que estemos viviendo nuestro compromiso cristiano las veinticuatro horas del día. Siempre con las botas puestas, listos para dar razón de nuestra esperanza.

Por eso, ¡SURSUM CORDAM! ¡ARRIBA LOS CORAZONES!

lunes, 24 de noviembre de 2008

VENGAN BENDITOS DE MI PADRE.

El Señor separará las ovejas de los cabritos.

Abracemos a los leprosos de hoy: Ahí está Cristo, de verdad.




“Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia
el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes
me dieron de comer …”

Mt. 25,34-35



Esta clásica parábola de Mateo 25, nos trae la clave sobre la cual se ha de entender la vida de un cristiano, clave que no es otra que la vivencia del amor. El criterio fundamental es el amor al prójimo, tanto es así, que el mismo Señor lo formula diciéndonos: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. Como diría San Juan de la Cruz, “al atardecer de nuestra vida seremos juzgados por el amor”. Y esto es lo que en definitiva cuenta y es por lo cual el Señor nos tomará el “examen final”, si fuimos capaces de dar de comer al hambriento, de beber al sediento, alojamiento al forastero, vestido al desnudo y si visitamos al enfermo y al que estaba preso en una cárcel.

Al atardecer de nuestra vida, cuando el Señor separe las ovejas de los cabritos, no nos preguntará a cuántas Misas fuimos; cuántas novenas rezamos; cuántos rosarios meditamos, o si fuimos devotos de éste u otro santo de moda. No. El nos preguntará si fuimos capaces de dilatar tanto el corazón, de tal manera que llegara a ser tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado que amó dando la vida por los demás.

Aquí nos encontramos, estimados amigos y amigas, con la clave fundamental en nuestro intento por ser discípulos de Jesús. Quien quiera seguir a Jesús por los senderos que El nos marcó, tiene que atreverse a vivir en carne propia desde la lógica de Mateo 25 y asumir este evangelio desde toda la radicalidad y urgencia que él nos señala.

Si uno contempla este texto, podemos decir que el amor se mide por el hacer y no por los sentimientos ni por las intenciones. “Tuve hambre y me diste de comer”, se señala. Hay ahí una acción eficaz frente a un problema puntual. Y es el camino que tenemos que impulsar hoy en nuestro mundo. Acciones eficaces y coherentes que apunten a la solución de los problemas que sufren los más pobres.

El amor que se pide es a “los más pequeños”. Y pequeño aquí es el frágil, física y espiritualmente, es decir es un amor hacia todos aquellos que necesitan cualquier tipo de apoyo. Los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los campesinos, las prostitutas, los angustiados, los solos, los abandonados, los tristes, en fin, éstos y muchos otros son “los más pequeños” que muchas veces se caracterizan por su invisibilidad social porque no los vemos y por lo tanto no cuentan en nuestro mundo.

Y el mismo Jesús se identifica con los “pequeños” a quienes llama “hermanos míos”. Hay una presencia sacramental de Jesús en ellos y con mayor fuerza porque son sus hermanos en el sufrimiento. En ellos, nos pide Jesús, que lo busquemos, lo honremos y lo sirvamos.

Es de esperar que al atardecer de nuestra vida, podamos aprobar el examen final, teniendo en cuenta que ya sabemos los contenidos sobre lo cual versará dicha prueba final.

Y así poder recibir esa palabra mágica de parte del Señor: “Vengan, benditos de mi Padre y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo”.


lunes, 17 de noviembre de 2008

MULTIPLICANDO LOS TALENTOS.

Dios quiere hacer una gran obra en ti.
Alcanzando toda tu potencialidad, como esta hermosa flor.


5+ 5= 10; 2+2= 4; 1+0=0



“A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo
a un tercero, a cada uno según su capacidad;
y después partió”

(Mt. 25,15)



Un talento equivalía a 6.000 denarios y un denario era el salario diario que ganaba un trabajador en el tiempo de Jesús, por lo que la cantidad recibida por esos tres servidores de la parábola, es sin duda un gran monto de dinero (inclusive para aquel que recibió sólo un talento).

Con este ejemplo de la entrega de los talentos, Jesús nos está hablando del tiempo final, de cómo será el desenlace de la vida y para lo cual Mateo en el capítulo 25 nos cuenta 3 parábolas que tienen este sentido en la que una de ellas es la parábola de los talentos.

Se trata de un señor que entrega cinco, dos y un talento a sus servidores, según la capacidad de cada uno de ellos, y que luego parte de viaje. Al cabo de un largo tiempo, vuelve y comienza a pedir cuentas, el primero logró juntar 5 talentos más; lo mismo el segundo que hizo una buena gestión y consiguió 2 más; y un tercero, que por perezoso y miedoso optó por enterrar en un pozo el talento recibido por temor a perderlo. Creyendo que esta era una buena decisión, este señor le interpeló su cobardía y desidia y ordenó quitarle el talento que tenía y dárselo al que tenía diez.

Con esta parábola, Jesús nos está diciendo que cada uno de nosotros ha sido objeto de una elección y que ha sido dotado de una responsabilidad histórica que nadie puede escabullir, so pretexto de querer preocuparse sólo de uno mismo, de sus propias cosas y de los intereses privados.

Los cristianos debemos reconocer el aporte histórico que debemos dar en el tejido social, de tal manera que desarrollando nuestras potencialidades en bien propio y de la misma sociedad, llevemos a cabo la responsabilidad social que nos cabe en la construcción de un mundo un poco mejor del que hemos recibido.

En este sentido, debemos ser administradores eficaces de la vida, del proyecto que Dios hizo en nosotros y que ha de tener una repercusión evidentemente en los demás. Multiplicar los talentos, es decir, hacer que la idea primigenia que Dios puso en mi llegue a hacerse realidad, es la tarea que nos toca a todos los cristianos. El Señor no quiere personas calculadoras, que se omiten en la construcción de una sociedad más justa, que les falta coraje y creatividad para hacer que su talento se multiplique y que por eso optan por pasar por este mundo sin pena ni gloria.

Lo que Jesús pide de sus discípulos es generosidad, ambición, eficiencia, rendimiento, productividad, actualizar todas las potencialidades recibidas, audacia, coraje y creatividad para hacer que nuestro paso por este mundo sea una oportunidad para dejar una impronta de una vida vivida con pasión e ilusión.

Hagamos, pues, una buena gestión de los talentos recibidos, multiplicándolos al doble, y así al final del camino recibiremos esta invitación: “entra a participar del gozo de tu señor”.

martes, 11 de noviembre de 2008

HABLALE A JESUS.



SEÑOR MIO



En esta hora de mi vida, te digo con todo el corazón:



Señor, ayúdame;
Señor, ilumíname;
Señor, protégeme;
Señor, perdóname;
Señor, acompáñame;
Señor, apiádate;
Señor, fortaléceme;
Señor, ámame;
Señor, condúceme;
Señor, espérame;
Señor, conviérteme;
Señor, alégrame;
Señor, lléname;
Señor, lávame;
Señor, purifícame;
Señor, conságrame;
Señor, envíame;
Señor, bendíceme;
Señor, sálvame;
Señor, quiéreme;
Señor, muéstrate;
Señor, aconséjame;
Señor, fórmame;
Señor, escóndeme;
Señor, refúgiame;
Señor, cuídame;
Señor, pastoréame;
Señor, aliméntame;
Señor, llámame;
Señor, vivifícame;
Señor, tómame;
Señor, mírame;
Señor, escúchame;
Señor, levántame;
Señor, búscame.

Señor, Señor,
Hijo de David:
¡Ten compasión de mí!
Amén.

M.A.P.V.

Nota: Rézala despacio y desde tus sentimientos, añade otras oraciones.

lunes, 3 de noviembre de 2008

BEBIENDO AGUA PURA.

"Señor, dame de esa agua, para que no sufra más sed"

"El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar
en el Reino de Dios"
"Como busca la cierva corrientes de agua viva,
así mi alma te busca a ti Dios mío"
"Le abrió el costado de una lanzada y al instante
salió sangre y agua"


DE LA FUENTE DE AGUA VIVA
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"Al que tiene sed, Yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida".

Apoc. 21,6


El hombre contemporáneo tiene sed. ¿Sed de qué? ¿Y dónde va a beber para saciar esta sed? He ahí la cuestión.

En la vorágine en la que estamos inmersos, necesitamos encontrar momentos adecuados para responder a esta sed de algo que todos tenemos y que no sabemos qué puede ser, ni a dónde podemos ir para saciar esta búsqueda que consciente o inconscientemente invade nuestro corazón.

Muchas veces bebemos de aguas turbias y vamos a pozos que no nos pueden saciar plenamente. Son pozos poco profundos que por lo mismo nos dan agua turbia y a veces descompuesta que por cierto no nos permiten hacer un proceso de maduración, crecimiento y liberación interior. Por eso, hay que cavar profundo. Sólo así encontraremos agua pura y vivificante para nuestra vida, a veces tan tironeada por la dinámica de la vida moderna en la cual estamos inmersos.
¿Y cuáles pueden ser esas fuentes turbias de las que bebemos a veces?

Anselm Grün, en su libro (“Las fuentes de la energía interior”) enumera algunas: el miedo (a personas, a hacer algo malo); la ambición (cuando está distorsionada); la adicción al trabajo (estas personas se definen así misma en cuanto trabajan de manera exagerada); el perfeccionismo (pues quien pretende hacerlo todo bien se somete a una presión desmedida); el querer demostrarse algo a sí mismo (sólo giramos en torno a nosotros mismos, a nuestro éxito, a demostrarnos que somos capaces, etc.); someterse a la presión de unas expectativas (que siempre vienen de los demás, entonces la persona se ve sometida a una presión extra porque quiere demostrar su capacidad a toda costa); la rivalidad y la presión competitiva (no estamos en lo que hacemos sino que nos comparamos constantemente con los demás, esta mentalidad competitiva resulta ardua, cansa); la falta de seguridad en uno mismo (quien tiene baja autoestima suele ver en los demás una amenaza); la depresión (sentirse sin fuerzas, falta de todo estímulo, a veces suele ser una voz de alerta para vivir más en el sosiego y “estar más en casa”, dentro de sí, más que fuera de sí); la irritación (es algo frecuente que de alguna manera nos hace salirnos del centro al irritarnos por cualquier cosa y esto nos provoca un gran desgaste interior que nos aleja de la fuente interior).

Estas y otras muchas otras fuentes turbias hacen que el hombre de hoy se sienta algo así como “quemado”, sin energías, cansado, exhausto. Son fuentes falsas.

Ante esta realidad, ¿Qué oponer? ¿De qué fuentes verdaderas podemos beber? ¿Cómo encontrar una fuente de AGUA VIVA que nos estimule y nos ayude en nuestro camino de cada día?.

Los mecanismos pueden ser muchos. Cada cual ha de descubrir sus propias fuentes. Algunas vendrán de uno mismo, de su entorno, de lo que puede construir, otras vendrán de la espiritualidad y de la fe que le darán sustento a su propia existencia.

En cualquier caso, pregúntate por tu energía interior, en dónde fluye tu vida, qué te hace feliz, dónde te sientes a gusto. Es algo muy importante. Sentirse pleno en aquello que uno realiza a cabalidad. Por más banal que sea, te ayudará a tener paz en tu corazón.

Contempla tu vida más de cerca. Intenta describir el sentido de tu vida, no sólo vivimos para nosotros, sino también tenemos una misión en este mundo. No sólo “atragantarnos” con cursillos o terapias para sí, sino también saber salir de si mismo para abrirnos a los demás en una actitud de servicio y de “misión”.

Grün, habla del “niño divino” que todos llevamos dentro y que “representa el potencial de creatividad y fantasía que encontramos dentro de nosotros. Es lo que Dios nos ha dado desde nuestro nacimiento. Son nuestras capacidades, nuestro modo de pensar y de sentir. Y es nuestra manera totalmente personal de entender y configurar nuestra vida” (p. 74). Este potencial que tenemos debemos saber explorarlo y echar mano a él para configurar una vida más plena y verdadera.

Las fuentes verdaderas nos darán la posibilidad de proyectar mejor la vida y hacerla más auténtica en esta multiplicidad de caminos que la vida moderna nos ofrece. Y por supuesto que la fuente más plena es la que fluirá de aquella que brota del mismo Señor, de los sacramentos, de la oración, de su Palabra, de una tarde de retiro, de la contemplación de la creación, de un paseo por la playa, del contemplar como juegan los niños, de una amistad cultivada, en fin, del mismo Espíritu Santo que nos dará la vitalidad y la energía para beber agua pura del POZO que Jesús nos ofrece cada día.

Anda y bebe AGUA VIVA de la que te ofrece Jesús cada día.

AL CAER LA TARDE.




ORACION DE LA NOCHE


Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura,
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.

Himno de Completas
Liturgia de las Horas.

sábado, 25 de octubre de 2008

AMAR A DIOS Y AMAR AL PROJIMO.

Como ama Jesús, dando la vida, ha de ser nuestro amor
En el amor al prójimo se verifica la calidad de nuestro amor.
Dios nos ha revelado a través de su Palabra
su mandamiento fundamental.
El amor verdadero nace del corazón.


LA SINTESIS PERFECTA



“Maestro ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?

Mt. 22,36



Un doctor (de ¿Harvard? ¿Chicago? ¿la Gregoriana de Roma?) de la ley, le pregunta a Jesús para ponerlo a prueba por el mandamiento principal de la ley. Es como preguntar: ¿En qué debemos concentrar todas nuestras fuerzas de manera que la vida tenga sentido y alcance la eternidad? De suyo, una pregunta difícil de responder todavía más cuando los fariseos y maestros de la ley vivían inmersos en una maraña de 613 preceptos (248 mandamientos y 365 prohibiciones) los cuales, por cierto, les llevaba a vivir una frondosa casuística en este esfuerzo moral en el cual estos sectores religiosos se veían empeñados.

¿Qué respondió el Señor? Sin más rodeos les dijo que lo central de la ley estaba en la vivencia del amor. El amor a Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, como el más grande y primer mandamiento. Y el amor al prójimo, “como a ti mismo”, como el segundo mandamiento y semejante al primero.

Aquí nos encontramos, creo, en el centro neurálgico del mensaje cristiano. Es por la vivencia del amor por el cual nos definiremos los cristianos. En la capacidad de vivir íntegra y creativamente esta síntesis, será donde vamos a colocar la esencia, el corazón, lo central, del mensaje cristiano y del seguimiento de Jesús. De eso se trata, de amar a Dios y de amar al prójimo, indistinta y simultáneamente, como dos caras de una misma moneda. He aquí la ecuación perfecta.

El amor a Dios afecta a 3 aspectos esenciales del ser humano: el corazón, que tiene que ver con el querer, las decisiones de la persona. El alma que es la “fuerza vital” y la mente que representa el intelecto, nuestra capacidad de comprender la realidad. Con ello se está diciendo que debemos emplear todas las fuerzas, sin excepción, en el amor a Dios. Dios se merece “todo”, por eso este amor debe ser con “todo” el corazón, con “toda” el alma y con “toda” la mente. Dios no pide ni se merece un amor dividido. Pero esta es una cara de la moneda, la “dimensión vertical” del amor, por así decirlo.

También este amor total a Dios, se ha de proyectar en el amor al prójimo. Este amor alcanza “rostro humano”, cuando el ser humano es capaz de amar a los rostros concretos que se insertan en este mundo y lo hace teniendo como medida el amor que uno siente por sí mismo. Es lo que podríamos llamar “la dimensión horizontal” de este amor. Amar al prójimo como a sí mismo, supone aceptarlo como es, con sus potencialidades, con su personalidad, su singularidad, como un “otro” que también es amado y creado por Dios y con sus limitaciones, tal como lo somos nosotros mismos: singulares, únicos y amados eternamente por Dios.

De esta doble dimensión del amor, depende toda la ley. De esta manera, amando a Dios y al prójimo, evitamos dos peligros siempre latentes. Por una parte “espiritualizar” el amor quedándose sólo en Dios, sin proyección en el prójimo. O “sociologizarlo” quedándose solamente en el amor a los demás sin expresarlo plenamente en el amor total a Dios.

Aun así, somos conscientes que nadie puede amar perfecta y absolutamente. Sólo Dios. De ahí entonces que siempre nuestro amor humano alcanzará su mayor fuerza en el amor de Dios que es siempre definitivo, absoluto y total. En este amor de Dios, podremos hacer que la fuerza del amor sea la que mueva nuestra vida cada día, haciendo del amor el sello distintivo de nuestra vida cristiana.

Te invito pues a conjugar el verbo amar cada día: el amor a Dios y al prójimo, la síntesis perfecta de nuestra fe. Así respirarás amor y recibirás amor.

domingo, 19 de octubre de 2008

EL CESAR Y DIOS NO ESTAN, NI PUEDEN ESTAR, EN EL MISMO PLANO.

Sólo Dios es adorable, sólo ante El se doble nuestra rodilla.
Los cristianos, insertados plenamente en el mundo.
Siendo luz del mundo, en el estilo del evangelio.
Con nuestras manos que siempre suplican a Dios.
Para que Cristo sea el eje inspirador de nuestra vida.

"DEN AL CESAR LO QUE ES EL DEL CESAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS"

Mt. 23,21

Los fariseos quieren sorprender a Jesús para hundirlo en sus propias palabras y para ello envían a varios de sus discípulos, junto con algunos partidarios de Herodes, para tenderle una trampa.

Comienzan por adularlo con palabras zalameras de un tono manifiestamente hipócrita: “Maestro”, le llaman. No lo creen ni lo tienen por tal. Le dicen “tú hablas siempre con sinceridad”, “enseñas el camino de Dios con la pura verdad”, “no te preocupas de quién te oye hablar” y “no te dejas influenciar por él”. Ante tamaña declaración, del todo aduladora, cualquiera se siente sobrecogido. Pero no el Maestro, que conoce el corazón y las intenciones de todos los hombres.

Por eso ante la pregunta de si se debe pagar o no el impuesto al César, el Maestro comienza por desenmascarar las intenciones torcidas de sus interlocutores: No les interesa preguntar para aprender más, sino para tenderle una trampa. Por eso, los llama “HIPOCRITAS”, su intención doble queda de manifiesto ante la presencia libre y soberana de Jesús.

El dilema de pagar o no el impuesto, Jesús lo resuelve entrando al mismo terreno de los fariseos y herodianos. Tráiganme una moneda, les dice. ¿Qué figura e inscripción tiene ese denario? El del César, le contestan, pues bien, les dice Jesús, “den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, esto último, una añadidura que ellos no se esperaban.

De ordinario se ha considerado este episodio, como la afirmación de que existen dos poderes: el político y el religioso. Como si cada cual tuviera su ámbito y fueran como dos senderos que caminan en forma paralela con su propia autonomía cada uno. Así, el poder político tendría su propia autonomía y el poder religioso tendría la suya, en donde su ámbito estaría bien delimitado y restringido a cuestiones propias de su esfera.

En verdad, lo que nos quiere enseñar Jesús en este episodio, es que los cristianos, siendo sal de la tierra y estando en el mundo como tal, hemos de asumir nuestra presencia profética dentro de los marcos institucionales que plantea “el César”, es decir, los gobiernos de turno que gestionan el devenir de la sociedad y el Estado. Cada cristiano debería tener conciencia de su inserción en el mundo, sin ser del mundo (es decir, sin mimetizarse con él en todo lo que el mundo dictamina), como nos dirá San Juan. Sin embargo, hay que tener claro que la soberanía y el absoluto está en Dios. La respuesta de Jesús supera las pretensiones teocráticas del estado y del poder político. El emperador –el estado- tiene derecho a los tributos, pero no a la vida de los ciudadanos: no es Dios ni tiene características divinas.

En última instancia, la cuestión no es lo que hay que darle al César sino lo que hay que darle a Dios. Jesús nunca puso en segundo plano los derechos de su Padre, aún cuando esta actitud le costara la vida. Debe quedar claro que Dios y quien detenta la autoridad terrena no están en el mismo plano. Dios tiene exigencias que superan las del emperador y el emperador no tiene autoridad para atribuirse competencias que sólo le pertenecen a Dios, porque “lo de Dios es de Dios” y de nadie más.

sábado, 11 de octubre de 2008

EL BANQUETE DEL REINO ESPERA POR TI.

Todo por el Reino, todo por Dios.
Todos en marcha, a la invitación del banquete.
Experimentando el banquete de la fraternidad
y el compartir.

Con el traje de la luz y de una vida nueva.
Jesús espera por ti para compartir su mesa contigo.


TODOS INVITADOS AL BANQUETE



"El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren" .


Mt. 22, 8-9


La mesa está preparada, se han matado los terneros y todo está a punto. Sólo hace falta que lleguen los invitados a la gran fiesta que ha sido preparada con antelación y con mucho cariño. Pero, ¡Oh gran sorpresa!, los invitados se comienzan a excusar de uno en uno, pues todos tienen motivos, de distinta índole, para rechazar la invitación que se les extiende.

En estos términos, nos cuenta Jesús lo que pasa en el Reino de los Cielos. Los invitados a participar de él se excusan y el desaire es manifiesto. ¡Hay tantas entretenciones en este mundo!, muchos optan por otros caminos que les ocupan y les interesan más. Por lo mismo hay que salir a buscar a otros invitados. Por eso el Señor nos dice hoy “salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren”. He aquí el reto de Jesús.

Su oferta de salvación, la oferta del Reino que se parece a un banquete, adquiere así una dimensión universal y gratuita. Todos, “buenos y malos” han de sentirse convocados por Jesús para ser partícipes de la vida nueva que supone entrar a participar del banquete nupcial que desde siempre Dios le había preparado a su pueblo. La mesa sigue estando servida, es preciso copar todos los asientos y hacerse protagonista de este banquete que tiene como actor principal al mismo Señor.

Pero si bien la salvación es universal, inmerecida y gratuita (desde todas partes llegan a participar de la fiesta), no por ello se puede entrar al Reino de cualquier forma, hay que vestirse con un vestido nuevo, (“revestirse de Cristo", dirá San Pablo) acorde con las circunstancias nuevas que presupone seguir a Jesús y hacerse partícipe de la novedad que El nos trae al instaurar el Reino de Dios. Y he aquí que se impone de parte nuestro un estilo de vida coherente, propio y expresivo de lo que supone entrar en la dinámica del Reino, en la dinámica de este banquete al cual cada día el Señor nos convoca.

Escuchemos, pues, con el corazón y los oídos, esta invitación que HOY nos hace Jesús para participar del banquete del Reino. Nadie queda excluido, nadie sobra, nadie tiene puestos reservados. Cada cual, desde la perspectiva de su vida y de la historia que le toca vivir, ha de saber que hay un puesto para él en esta dinámica nueva a la cual nos invita Jesús.

¿Te quieres sentar a la mesa con el Señor y ser parte de este banquete suculento que El nos ha preparado? ¿Ya te sientes parte de este banquete o te estás quedando fuera? ¿Son muchas las excusas que dices tener para no aceptar esta invitación que HOY Jesús te hace?.

No te demores más en responder a la invitación del Señor. Si no, puede que tu puesto lo ocupe otra persona y tu hora habrá pasado.

Espero que no sea así. El Señor cuenta contigo.



jueves, 9 de octubre de 2008

¡VEN, HERMANO DE ASIS!

Francisco, ayúdanos a dejarnos conducir por tu Espíritu
como tú lo hiciste en tu vida de hermano menor.

Como Francisco, que sepamos discernir los signos de los tiempos, para responder HOY Y AQUI al llamado, siempre creativo, del Señor Jesús.

Francisco, enséñanos a construir una Iglesia cada vez más laical, participativa, fraterna y misionera.

Francisco, ayúdanos a renovar nuestra Comunidad Eclesial
y a colocar el Evangelio en el centro de nuestra vida.

Una Iglesia orante y que se postra delante del Misterio en una actitud contemplativa y de escucha, como lo hizo de continuo Francisco en su vida.

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VEN FRANCISCO


Ven, Francisco, a tus hermanos,
visita a los pobrecillos;
ven, traspasado de amor
por las heridas de Cristo;
como nueva primavera
después del invierno frío,
¡ven, Francisco!

Ven, que los hombres te vean
por el mundo peregrino:
liberado, sin alforja
y sin dinero en el cinto;
y anuncia la paz y el bien
con los labios florecidos,
¡ven, Francisco!

Ven con los brazos sin armas,
hermano suave y pacífico;
ven, menor de los menores,
de corazón compasivo;
profeta sin amargura,
ven con el ramo de olivo,
¡ven, Francisco!

Ven, penitente gozoso,
que lloras de regocijo;
heraldo loco de amor
y paz de los enemigos;
ven por los barrios y plazas,
juglar del perdón divino,
¡ven, Francisco!

Ven, ángel de buenas nuevas,
háblanos de Jesucristo;
ven, boca del Evangelio,
cristiano sabio y sencillo;
hermano tan deseado,
Francisco tan bien querido,
¡ven, Francisco!


Himno Liturgia de las Horas
Oración de la Tarde
Solemnidad de San Francisco.