Levántate y camina, Dios te capacita y te da la fuerza.
“Y dijo al paralítico: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.’
El se levantó y, al momento, en presencia de todos,
cargó su camilla para irse con ella”
Mc. 1,11
----------------------------
En estos días de verano, el evangelio de Marcos que seguimos leyendo hasta este domingo, (el miércoles comienza Cuaresma), nos sorprende con un episodio cargado de sentido.
Se trata de Jesús y un paralítico. Mientras el Maestro predica la Buena Noticia, cuatro hombres llevan a un hombre paralítico y lo colocan delante de El, en una casa abarrotada de gente para el cual tuvieron que abrir el techo, y así depositarlo frente a Jesús.
Sin mediar ninguna petición de ninguna especie, el Señor le dice “Hijo tus pecados te son perdonados” y al mismo tiempo, ante el estupor de los maestros de la ley, lo faculta para que deje su camilla que lo ha tenido aprisionado por muchos años, se levante y se ponga a caminar.
Un gesto que provoca la admiración de todos los que han sido testigos directos del poder salvador del Señor que ha obrado maravillas en la vida de ese hombre. No sólo le sanó el cuerpo, sino también el corazón.
Debemos tener claro, que, como lo señalaba el profeta Isaías, para Dios no existe el “ayer” “el pasado”, de ahí que El esté por hacer siempre las cosas de nuevo. Siempre quiere hacer germinar algo nuevo y por eso siempre le perdona su pecado al pueblo que le ha sido infiel. Esta revelación de Dios, se hace patente en la persona del paralítico. De ser un hombre postrado en su camilla (por lo tanto oprimido y esclavizado, además de su pecado), Jesús lo libera integralmente y ya no queda maniatado o condicionado por su pasado que no lo dejaba tener auténtica dignidad humana.
En el HOY de nuestras vidas, de alguna manera, el paralítico perdonado y sanado, nos puede representar a cada uno de nosotros. También hoy Dios quiere hacer algo nuevo en nosotros, nos invita a dejar atrás –para siempre- todo pasado agobiante y opresor que nos puede inmovilizar en nuestras mejores energías, no pudiendo desplegar nuestras mejores potencialidades, en orden a levantarnos de nuestra camilla de miopías, mediocridades, esclavitudes para ponernos a caminar hacia un horizonte más pleno. A veces, la fe de otras personas, nos puede ofrecer la oportunidad de iniciar un camino nuevo, como lo hacen estos cuatro hombres en la persona del paralítico.
Dios siempre apuesta por el ser humano. Lo ejemplifica este paralítico sanado. También en este momento, Jesús nos invita mirar con esperanza el futuro y a vivir un camino de sanación, tanto del corazón (por el perdón que El nos regala), como también del cuerpo. No dejemos que nos aprisionen viejas historias que nos acechan o nos duelen en el alma y que a veces nos tienen sumidos en la frágil historia de pecado y fragilidades de la que somos protagonistas y de las cuales no podemos levantarnos, si no es por la fuerza liberadora y sanadora de Jesús.
Volvamos, pues, a escuchar con alegría esa palabra de Jesús: “Levántate, toma tu camilla y camina” y otra historia comenzará su curso en nosotros.
Se trata de Jesús y un paralítico. Mientras el Maestro predica la Buena Noticia, cuatro hombres llevan a un hombre paralítico y lo colocan delante de El, en una casa abarrotada de gente para el cual tuvieron que abrir el techo, y así depositarlo frente a Jesús.
Sin mediar ninguna petición de ninguna especie, el Señor le dice “Hijo tus pecados te son perdonados” y al mismo tiempo, ante el estupor de los maestros de la ley, lo faculta para que deje su camilla que lo ha tenido aprisionado por muchos años, se levante y se ponga a caminar.
Un gesto que provoca la admiración de todos los que han sido testigos directos del poder salvador del Señor que ha obrado maravillas en la vida de ese hombre. No sólo le sanó el cuerpo, sino también el corazón.
Debemos tener claro, que, como lo señalaba el profeta Isaías, para Dios no existe el “ayer” “el pasado”, de ahí que El esté por hacer siempre las cosas de nuevo. Siempre quiere hacer germinar algo nuevo y por eso siempre le perdona su pecado al pueblo que le ha sido infiel. Esta revelación de Dios, se hace patente en la persona del paralítico. De ser un hombre postrado en su camilla (por lo tanto oprimido y esclavizado, además de su pecado), Jesús lo libera integralmente y ya no queda maniatado o condicionado por su pasado que no lo dejaba tener auténtica dignidad humana.
En el HOY de nuestras vidas, de alguna manera, el paralítico perdonado y sanado, nos puede representar a cada uno de nosotros. También hoy Dios quiere hacer algo nuevo en nosotros, nos invita a dejar atrás –para siempre- todo pasado agobiante y opresor que nos puede inmovilizar en nuestras mejores energías, no pudiendo desplegar nuestras mejores potencialidades, en orden a levantarnos de nuestra camilla de miopías, mediocridades, esclavitudes para ponernos a caminar hacia un horizonte más pleno. A veces, la fe de otras personas, nos puede ofrecer la oportunidad de iniciar un camino nuevo, como lo hacen estos cuatro hombres en la persona del paralítico.
Dios siempre apuesta por el ser humano. Lo ejemplifica este paralítico sanado. También en este momento, Jesús nos invita mirar con esperanza el futuro y a vivir un camino de sanación, tanto del corazón (por el perdón que El nos regala), como también del cuerpo. No dejemos que nos aprisionen viejas historias que nos acechan o nos duelen en el alma y que a veces nos tienen sumidos en la frágil historia de pecado y fragilidades de la que somos protagonistas y de las cuales no podemos levantarnos, si no es por la fuerza liberadora y sanadora de Jesús.
Volvamos, pues, a escuchar con alegría esa palabra de Jesús: “Levántate, toma tu camilla y camina” y otra historia comenzará su curso en nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario