“Se reunían
asiduamente para escuchar la enseñanza
de los Apóstoles y
participar en la vida común,
en la fracción del
pan y en las oraciones”
Es evidente que de la fe en el
Resucitado, nace la verdadera Comunidad, aquella que estará sostenida
e iluminada por el dinamismo que aflora de la experiencia que van teniendo los
primeros cristianos, en cuanto Cristo ha resucitado y se a ha aparecido a María
Magdalena, la otra María, a Pedro, Juan, a los Apóstoles en su conjunto, y a una
amplia gama de hombres y mujeres que van viviendo la experiencia gozosa de
sentir que el Señor ha roto el poder de la muerte y ahora se alza victorioso,
después de haber sido crucificado injustamente por el poder político y
religioso de aquel tiempo.
El hecho de la resurrección de Cristo, se torna tan potente que hace que
los primeros cristianos vivan una suerte
de viraje fundamental en su estilo de vida y en el modo de ser Comunidad. Es
una COMUNIDAD NUEVA, en la que se
sostienen relaciones que provocan la admiración de muchos que siguen de cerca
los pasos de estos hombres y mujeres que siguen a un tal “Jesús Nazareno”. Es
una Comunidad ideal, que también hoy es una interpelación para la construcción
de nuestras propias Comunidades Eclesiales.
Cuatro rasgos de esta primitiva Comunidad, me parece se ponen como
desafíos permanentes a nuestro modo de ser Iglesia, siempre amparada y
sostenida en la fuerza de Cristo Resucitado. Ellos son:
UNA COMUNIDAD ORANTE Y
EUCARISTICA:
La Comunidad de los resucitados tiene su ancla fundamental en la fracción
del pan, donde, al igual que los discípulos de Emaús, reconocen la presencia
real y verdadera del Resucitado que camina a su lado. La eucaristía, ha de ser
siempre para cada creyente, el sostén de su vida espiritual. Una Comunidad
orante y eucarística, tendrá una mística diferente. Una fuerza nueva para
asumir el día a día de nuestra existencia. Un alimento que le ayudará a tener
una vida más sólida y menos superficial.
UNA COMUNIDAD FRATERNA Y
UNIDA:
El mandamiento del amor, dado por Jesús en el contexto de la Ultima Cena
y del lavado de los pies, se hace más potente en la Comunidad de aquellos que
viven de la fuerza del Resucitado. Comunidades diversas, pluriformes, pero no
menos unidas y fraternas en torno al Señor y el mandamiento del amor. Un testimonio
elocuente HOY ha de ser que nuestras Comunidades sean verdaderas familias, en
donde haya espacio para ser “persona”, no un desconocido o simplemente alguien
al cual se le ignora.
UNA COMUNIDAD SOLIDARIA Y
SAMARITANA:
Es elocuente cómo los primeros cristianos vivían profundamente este
aspecto de la vida comunitaria. Compartían sus bienes, lo repartían según la
necesidad de cada uno y nadie pasaba necesidad. Recoger esta enseñanza entre
nosotros, cada vez se hace más necesario, especialmente cuando cunde en la
sociedad una mirada más bien materialista e individualista. Se trata como ideal
de vida, que cada ser humano tenga resguardada su dignidad de hijo de Dios. Ahí
donde esté lesionada su dignidad, entonces la Comunidad de los resucitados
deberán reeditar el gesto de aquél que no pasa de largo y se detiene para ir en
ayuda del que está caído. Gran desafío nos espera.
UNA COMUNIDAD APOSTOLICA Y
MISIONERA:
María Magdalena, los Apóstoles, todos los primeros cristianos no pueden
callar lo que han visto y creído. Es el gran tesoro y la mejor noticia jamás
nunca experimentada por ellos mismos la cual desean compartir con los demás. Un
verdadero termómetro para verificar la “salud
espiritual” de la Comunidad, será preguntarnos en qué está el DINAMISMO
MISIONERO de nuestra vida. Una Comunidad inmovilizada, quieta, no puede dar
cuenta de que en ella HA RESUCITADO EL SEÑOR. Con el Papa Francisco, podemos
decir que es preferible una Iglesia herida por salir a la calle, que una
Iglesia sana pero replegada en sí misma.
Esta nueva Comunidad, sólo es posible crearla o recrearla bajo la
experiencia de Cristo Resucitado, ir al sepulcro y tener la gracia de “ver y creer” que ya no está entre los
muertos, sino que ha resucitado. En esta experiencia, cambia todo, la persona y
la Comunidad.
Es la gracia que le pedimos HOY al Señor Resucitado.
1 comentario:
Ayudemos a anunciar a Jesús Resucitado que nos ha dado la vida eterna junto al Padre Dios por el Amor tan inmenso por sus hijos. Conozcámoslo, aceptemos su invitación a seguirlo y a anunciarlo para que también seamos imitadores de las primeras comunidades cristianas en nuestros días.
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