martes, 2 de julio de 2013

DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO



“¡Te seguiré a dónde vayas!”
 
Lc. 9,57



En el evangelio del domingo décimo tercero del Tiempo Ordinario, se nos muestra a Jesús tomando la decisión de subir a Jerusalén en donde será crucificado. Mientras iba de camino, se presentan tres experiencias vocacionales que viven distintas personas, en las cuales me quisiera detener un momento.
 
Por de pronto, hay que señalar que el cristianismo se define básicamente en el seguimiento de Cristo, por amor. Es la experiencia de Pedro, cuando Jesús le pregunta, “¿me amas?” … a la respuesta afirmativa de éste, le dice, “entonces, SIGUEME”. Es por amor que se sigue a Jesús. Es siendo discípulo, donde al fin se define la vida de un cristiano. Un discipulado y seguimiento no exento de riesgos y complejidades como lo veremos en las situaciones que nos narra el evangelista. Porque en verdad el seguimiento de Cristo no es algo romántico ni tampoco platónico. Asume todo el realismo de nuestra vida, es radical, absoluto. A veces es excluyente cuando algunos valores por legítimos que sean, se hacen incompatibles con el Reino y el Evangelio.
Es lo que nos enseña el Evangelio. Jesús se encuentra con tres tipos de presuntos seguidores y sus respuestas traspasan el tiempo para convertirse en una palabra actual para nosotros.
 
"¡Te seguiré a dónde vayas!
 
El seguimiento de Jesús es riesgoso. No sabemos a dónde nos puede conducir. No nos promete comodidad ni bienestar. Es entrar a vivir en el desapropio. Es un riesgo, no sabemos qué puede pasar en el camino del discipulado y el seguimiento, pero es también una aventura en la cual algo nuevo puede pasar en la vida del discípulo.
 
"Sígueme”
 
Ante la invitación de Jesús, esta persona pone la condición de ir primer a enterrar a su padre. De la respuesta del Maestro, “dejen que los muertos …” podemos deducir que el seguimiento de Jesús no se puede posponer para una mejor ocasión. El discipulado no admite pretextos. No podemos escamotear su seguimiento. El llamado a la misión se hace irrenunciable, ante lo cual no caben otras explicaciones por legítimas que sean. No cabe posponer el seguimiento para cuando se den realidades más óptimas, las que, por supuesto, nunca se darán plenamente.
 
"Te seguiré, Señor, PERO”
 
Seguir a Cristo presupone constancia y fidelidad en los distintos momentos de la vida, en los éxitos y en los fracasos, con entusiasmo o cansancio, en los momentos de gloria, como en aquellos en que todo parece oscuro. En las resurrecciones y en las cruces. Poner la mano .... supone no mirar de REOJO aquello que se ha dejado en un plano secundario (valores, estilos de vida, opciones, etc.).  Seguir a Jesús es un riesgo y una aventura.
 
En las actuales circunstancias, seguir a Jesús se ha de transformar en un acto de coraje y conciencia plena. Una opción que se verifique en la vida de cada día. Un discipulado y seguimiento que se exprese en las distintas facetas de la vida. De una manera normal y sencilla, pero no menos potente y radical.
 
Debe ser una aventura no exenta de luchas y contrariedades, pero al fin, un camino de LUZ y VIDA.
 
Hasta llegar a Jerusalén para encontrar, junto al Señor, la resurrección y la vida.
 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El seguimiento de Jesucristo sin ninguna duda es tirarse al vacío, sabiendo que no alcanzarás a llegar abajo, porque Él te sostendrá.

Anónimo dijo...

El seguimiento a Jesús supone todo, lo bueno que nos puede suceder y todo lo demás, pero el cristiano común no lo tiene tan entendido, recurrimos y/o nos acordamos del Señor solo en hechos relevantes. Fray Mario, hay responsabilidades colectivas, falta conocimiento y coherencia desde los profesores de Religión pasando por los agentes pastorales y ustedes mismos como personas jerárquicas. La gente más simple a veces ha entendido mejor esto. Se lo planteo como desafío.

Anónimo dijo...

Jesús sigue llamando nuevos discípulos y busca seguidores de su Palabra. Cada vez es mas difícil escucharlo en este mundo tan ruidoso de hoy, pero admiro mucho a quien, sintiéndose invitado toma su camino junto al Maestro que ofrece la Vida, la Verdad, la Luz.

Anónimo dijo...

Te seguiré a dónde sea! Qué duro resulta a veces ese a dónde sea, a veces es un lugar muy árido, muy seco, muy costaloso, y dudoso de llegar con Él, hay espinas, pero el llamado exige respuesta. Ayudemos en el caminar a aquellos que lo dejaron todo para que lleguen a la meta y no seamos nosotros espinas.