“También ustedes quieren irse? Simón Pedro le respondió:
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras
de Vida eterna”
Jn. 6, 67-68
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras
de Vida eterna”
Jn. 6, 67-68
Durante cinco domingos consecutivos hemos proclamado el evangelio de Juan en donde se nos habla del PAN DE VIDA. Comenzó el texto con la multiplicación de los panes y termina este capítulo de manera dramática. Si al inicio eran muchos los que oían y seguían a Jesús, al final serán pocos los que se quedarán con El, la mayoría dará un paso al costado y dejarán de seguir al Maestro. Su lenguaje era muy duro, sus enseñanzas muy exigentes, no podían seguirlo porque definitivamente no creían, no tenía fe. Es lo que se suele llamar como la crisis de Cafarnaúm en donde Jesús sintió en carne propia el fracaso de su apostolado y la soledad que le hería su corazón.
En este contexto, la pregunta a los Doce es sin duda una interpelación que Jesús les hace a la comunidad apostólica para que se definan en su seguimiento, hagan más consciente su opción por El y asuman los riesgos que supone seguirle por el camino del discipulado.
Pedro toma la palabra y le dice a Jesús, algo así como: ¿A dónde vamos a ir, si no es a Ti que eres el Maestro, que tiene palabras de Vida eterna y que nos ha dado Espíritu y Vida? ¿Quién más que Tú puede darle un sentido más pleno a nuestra vida? ¿En quién, si no es en Ti, vamos a encontrar el horizonte más hondo para construir una vida más potente y con raíces profundas? Pedro le quería decir a Jesús, ¿Para dónde vamos a ir si Tú eres la LUZ del mundo, el Camino verdadero que nos lleva a la Vida, el Principio y el Fin de todo?
También hoy nosotros somos interpelados y urgidos por Jesús a definirnos con respecto a su Persona y su Mensaje. De la respuesta que demos a la urgente pregunta de Jesús ¿también ustedes me dejarán? nacerá la consistencia de nuestra fe y del compromiso que podremos vivir cada día.
Hoy no son pocos los católicos que están desertando. Se están yendo. Van en busca de otros horizontes. Están confundidos. Están tocando otras puertas para vivir su fe religiosa. Se van. Dejan solo al Señor. Razones pueden haber muchas, desde la indiferencia religiosa o la relativización de las opciones creyentes, hasta las fragilidades que se hacen presentes en nuestra misma Comunidad y que llevan a desilusiones y abandonos.
¿Que nos queda pues? Me parece que volver a responder como Pedro y re-encantarnos con el proyecto de vida de Jesús. Hacernos cargo de nuestra opción creyente y hacerla vida cada día. Formarnos de continuo para que nuestras opciones respondan a la vivencia de una fe adulta y comprometida. Volver a asombrarnos por el encuentro con el Maestro. Recuperar el amor primero desgastado y volver a sentir en el corazón, junto con Pedro, esta pregunta ¿a dónde vamos a ir? A ninguna parte que no sea a tu encuentro Señor Jesús.
Conscientes que sólo Jesús nos puede dar palabras que son Espíritu y Vida. Entonces no dejemos solo a Jesús y no dejemos sola a nuestra Comunidad.
Aunque los demás lo abandonen y dejen de acompañarlo en el camino hacia Jerusalén.
En este contexto, la pregunta a los Doce es sin duda una interpelación que Jesús les hace a la comunidad apostólica para que se definan en su seguimiento, hagan más consciente su opción por El y asuman los riesgos que supone seguirle por el camino del discipulado.
Pedro toma la palabra y le dice a Jesús, algo así como: ¿A dónde vamos a ir, si no es a Ti que eres el Maestro, que tiene palabras de Vida eterna y que nos ha dado Espíritu y Vida? ¿Quién más que Tú puede darle un sentido más pleno a nuestra vida? ¿En quién, si no es en Ti, vamos a encontrar el horizonte más hondo para construir una vida más potente y con raíces profundas? Pedro le quería decir a Jesús, ¿Para dónde vamos a ir si Tú eres la LUZ del mundo, el Camino verdadero que nos lleva a la Vida, el Principio y el Fin de todo?
También hoy nosotros somos interpelados y urgidos por Jesús a definirnos con respecto a su Persona y su Mensaje. De la respuesta que demos a la urgente pregunta de Jesús ¿también ustedes me dejarán? nacerá la consistencia de nuestra fe y del compromiso que podremos vivir cada día.
Hoy no son pocos los católicos que están desertando. Se están yendo. Van en busca de otros horizontes. Están confundidos. Están tocando otras puertas para vivir su fe religiosa. Se van. Dejan solo al Señor. Razones pueden haber muchas, desde la indiferencia religiosa o la relativización de las opciones creyentes, hasta las fragilidades que se hacen presentes en nuestra misma Comunidad y que llevan a desilusiones y abandonos.
¿Que nos queda pues? Me parece que volver a responder como Pedro y re-encantarnos con el proyecto de vida de Jesús. Hacernos cargo de nuestra opción creyente y hacerla vida cada día. Formarnos de continuo para que nuestras opciones respondan a la vivencia de una fe adulta y comprometida. Volver a asombrarnos por el encuentro con el Maestro. Recuperar el amor primero desgastado y volver a sentir en el corazón, junto con Pedro, esta pregunta ¿a dónde vamos a ir? A ninguna parte que no sea a tu encuentro Señor Jesús.
Conscientes que sólo Jesús nos puede dar palabras que son Espíritu y Vida. Entonces no dejemos solo a Jesús y no dejemos sola a nuestra Comunidad.
Aunque los demás lo abandonen y dejen de acompañarlo en el camino hacia Jerusalén.
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