martes, 19 de agosto de 2008

TE LLEVARE AL DESIERTO ...






"Te llevaré al desierto para hablarte
al corazón"

(Oseas, 2,16)


LA VIDA INTERIOR: UNA DIMENSION OLVIDADA
DE LA VIDA MODERNA



Tuve la gracia y el privilegio de haberme dedicado unos días a cultivar mi interior y hacer verdad lo que nos dice el profeta Oseas: ir al desierto, llevado por Dios, para que El me hablara al corazón de lo único que sabe hablar Dios: es decir, de amor. Un profeta que ha pasado a la historia por ser el hombre engañado por su esposa, a la que, a pesar de todas sus infidelidades, no dejó de amar. Así es también Dios, el Eterno Amante, que a pesar de nuestras infidelidades, nos sigue buscando para regalarnos su amor.

Esta experiencia de “ir al desierto”, es decir, de tener oportunidades de privilegiar el cultivo de la vida interior, es un desafío de primera magnitud en el contexto de la vida, agitada y dispersa, que nos toca vivir en la actualidad.

El interior es el lugar de la verdad de una persona. Hoy se ha inflado y sobreexpuesto de manera desmesurada lo “exterior” de las personas, pero donde verdaderamente podemos conocer a alguien en su ser más verdadero, es precisamente en su interior. Ahí contemplaremos su corazón, su modo de ser, su visión verdadera de la vida. El exterior puede disimular, el interior es el santuario de la verdad última de todo ser humano. Por eso es necesario cultivar el interior.

El interior tiene que ver también con la vida tranquila, sosegada, vivida a escala humana. De ahí que en las ciudades y pueblos pequeños, se pueda respirar un aire más tranquilo y las relaciones con los demás se hagan más estrechas y cercanas, además de hacer más humanizante el estilo de vida que se lleva. Más tiempo para la familia, para hacer fiesta, corresponder la amistad forjada, etc.

El interior es todavía algo más profundo y es la oportunidad que tiene una persona de plantearse preguntas de fondo en su vida y de proyectarse en el sentido que quiere darle a esa vida. Preguntas como: ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué horizonte va adquiriendo mi existencia? ¿Por qué y para qué estoy en este mundo? ¿En razón de qué late mi corazón? ¿Cómo puedo contemplar el rostro de mi Dios?, en fin, preguntas que cada cual necesita plantearse de vez en cuando y saberlas responder oportunamente.

La vida interior nos ayuda a ser más consistentes para vivir a escala humana nuestra vida. Y estos espacios son los que deberíamos buscar y que las religiones y nuestra Iglesia deben considerar y ofrecer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

En este viaje al interior nos encontraremos con nuestro yo más íntimo y con aquellas verdades que hemos de asumir e integrar. Nuestra historia será leída desde la presencia amorosa de Dios que nos invita al desierto para hablarnos de amor. En la brisa suave de la soledad y el silencio, encontraremos el ímpetu necesario para volver a enfrentarnos con la realidad cotidiana, ahora con un corazón más pleno, sin tanto estrés y con mayores posibilidades de irradiar paz y serenidad.

Si esto es así, entonces cuando tengas una oportunidad, ¡ve al desierto para que Dios te hable al corazón!


1 comentario:

tity dijo...

hermano Mario, yo creo que el vivir un desierto es un ideal que mas de un ser humano persigue todos los dias ¿verdad? cuantas veces nos escuchamos a nosotros mismos decir: "que ganas de tener un minuto para mi sola" y mucho mas interesante seria tener un minuto a solas con Dios, se hace dificil, cuando uno debe perseguir dia a dia el poder trabajar para subsistir, este mundo es un campo de lucha donde hay que estar atentos para poder salir adelante, aun cuando los que tenemos fé ponemos en las manos de Dios nuestro caminar, ahora es verdad que de repente deberiamos olvidarnos de las cosas terrenales por un par de horas siquiera y dejarnos conducir al desierto...ahi es cuando mas extraño nuestros retiros donde haciamos desierto ¿se acuerda? un abrazo, Tity.