“Dichosa tú porque
has creído”
Ante el anuncio del ángel de que María será madre,
Ella pregunta: ¿Cómo será esto?. Es una pregunta inteligente, es la pregunta de
una fe adulta, de alguien que necesita discernir. ¿Será verdad esto? parece preguntarse
María. ¿Será una pura ilusión? La fe siempre necesita aprender y comprender.
Una fe que se hace cargo de lo que se le pide a la persona. De la misión a la
cual se le está llamando. Tener fe no supone dispensarnos del necesario
discernimiento y de preguntarle a Dios por nuestra vida, por las opciones que
tenemos que hacer, de los caminos que debemos recorrer. Una fe adulta,
pregunta, interroga, discierne.
Después que el ángel le
explica como será todo poniéndole como ejemplo a Isabel le dice al final una
sentencia: PORQUE PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE. ¿Creo esto en mi vida? Creo que
para Dios todo puede ser reversible y transformador. No sólo es suficiente
decirlo con las palabras, es preciso también asimilarlo en el corazón y en la
vida, para Dios nada es imposible, incluso en los momentos de prueba y de
angustia, nuestra percepción y sentimiento ha de ser de ABANDONARNOS
completamente en él.
Entonces que se haga su Palabra, es la respuesta de
María ante el anuncio del ángel. Es la respuesta creyente de alguien que sabe que para Dios
nada es imposible. Es en el fondo la sensación de estar inmersa en la
inmensidad de un Dios que te cobija, te sostiene y te capacita para la misión
que recibes.
“Dichosa tú que has
creído” es la primera bienaventuranza del Evangelio. Felices los que creen
porque en ti se cumplirá lo que te ha prometido el Señor. Creer, como lo hace
la Madre, para darle un nuevo color y sentido a la vida.
Necesitamos creer para
poner sobre bases sólidas la existencia de nuestra vida, para darle una
proyección evangélica a las apuestas que nos toca hacer día a día, sea como
laicos (insertos en el mundo); como religiosos (siendo testigos del Evangelio):
o como ministros de la Comunidad (al modo del Buen Pastor y en lenguaje del
Papa Francisco: teniendo “olor a oveja”).
Ahora bien, mirando en
perspectiva el SI de María (su hágase) podemos deducir o suponer
que ella nunca dimensionó lo que vendría más adelante en su vida. Fue un SI
abierto, generoso, no exento de preguntas y discernimiento, pero al final un SI
sin condiciones. Nada supo que debía partir a atender a su prima (estando ella
misma embarazada), de las condiciones y lugar de su parto, del exilio y la
amenaza de muerte para su Hijo. No podía saber que a los 12 años perdería a su
Hijo en el templo, que iba a quedar sola al final de sus días, que le harían la
desconocida (¿quién es mi madre?, pregunta Jesús), no sabía de la muerte
violenta en la cruz, etc. Nada de eso sabía.
Cuando damos el SI al Señor ni soñamos lo que ello
puede significar y el precio que vamos a pagar. La fe es lanzarse con decisión
y convicción a navegar por las aguas profundas del Misterio. No podemos
calcular todo. La fe no es un “GPS”, un sistema de radar, en el cual tenemos
todo configurado de antemano, donde encontramos toda la información pertinente,
de manera rápida, segura e instantánea. Consagrarnos al seguimiento de Jesús,
al modo de la vocación recibida, no es más que una aventura de amor, un
desafío, donde sobran las preguntas y faltan las respuestas. Sólo que al final
sabemos que para Dios nada es imposible y que sí tiene sentido la causa que uno
ha abrazado.
La fe es mantener este
SI en el tiempo e irlo renovando cada día. Teniendo en cuenta que nuestro SI
siempre será posible en el SI del Señor. No tengas miedo, yo te sostengo, nos
dirá Jesús. Así de claro, un SI que se hace historia y toma cuerpo en las
variables de cada día.
Si tengo fe, entonces
el SI a Jesús será cada día nuevo, sabiendo de antemano que todo lo podemos en
El que nos reconforta, como dirá San Pablo.
No hay un SI basado
sólo y exclusivamente en tus fuerzas, primero está el SI de Dios que es
irreversible y definitivo para contigo.
3 comentarios:
Que bien Mario que le dediques a María este artículo, tan lleno de contenido, la fe de ella. Cómo tenemos que aprender de la Madre de Jesús, su Si tan incondicional como reflejo de esa FE que se nos presenta como modelo a imitar. Te agradezco hermano tu reflexión.
Siempre tuve la interrogante: la pregunta de María al ángel no es como la de Zacarías? No es signo de desconfianza de Dios?
Cuando María ha dicho Sí al anuncio del Ángel ha cambiado el destino de la humanidad en toda su amplitud. A Ella, Madre del Hijo de Dios y Madre de todos nosotros le debemos mucha gratitud que con pena tenemos que reconocer que lo hacemos pocas veces. La Virgen María es quien nos transporta a su Hijo amoroso y es la Madre incondicional que puede acogernos en momentos de debilidad y en cualquier ciscunstancias que nos presenta la vida que en definitiva son los designios de Dios. En mi vivencia de fe puedo decir que me cuesta llegar a Ella, pero sin embargo, cada canto dirigido a María me cautiva en plenitud. Gracias al Señor que personas inspiradas nos ayudan a expresar lo que nuestro corazón quiere decir y no tenemos las palabras más apropiadas.
Publicar un comentario