En tu camino a Jerusalén, Pedro se opuso a tu camino. No comprendía tu misión, no pensaba como Dios, pensaba más bien como hombre.
¡Apártate de mí!, le dijiste y eso de seguro tiene que haber sido muy fuerte para el impulsivo Pedro. ¡El Señor lo llamaba nada menos que SATANAS!
Todavía Pedro no se había capacitado del todo como discípulo, debía ponerse detrás de ti para comprender mejor las claves de tu vida y del Reino que Tú anunciabas con palabras y obras.
Es que Pedro, cuando quiere obstaculizar tu camino, aparece como imagen del cristiano que está de acuerdo con el lado agradable del seguimiento de Jesús, pero rechaza el sufrimiento y vivir el lado difícil de este camino. El mismo que poco antes había confesado en Cesarea de Filipo que Tú eras el Hijo de Dios, el Mesías, a quien se le había confiado las llaves del Reino y el poder de atar y desatar, el mismo se muestra como un obstáculo en la misión del Señor, denotando así que le falta un largo camino por recorrer en el discipulado. Todavía debía seguir yendo a la escuela de su Maestro para aprender de él. Debía volver a ser discípulo.
Por eso caemos en la cuenta ¡que difícil es aprender los caminos de Dios!. Necesitamos vivir un proceso permanente de formación de nuestra fe para asomarnos en el camino de nuestra vida, de mejor forma, a la voluntad de Dios y poder recorrer este camino que nunca es fácil, especialmente en este tiempo. Formar la fe porque los tiempos cambian, vivimos nuevos escenarios, nuevas realidades y nuevas interrogantes que demandan de nosotros una fe más profunda y en línea con lo que nuestro Maestro vino a predicar.
No seas obstáculo de mi camino, le dice Jesús a Pedro y hoy también nos puede decir a nosotros lo mismo. No seas obstáculo para que mi Palabra descienda en tu corazón y germine. Obstáculo para que germinen proyectos buenos y humanos que son expresión del Reino que se abre entre nosotros. Obstáculo para que tu Rostro brille en toda su plenitud, cuando hemos pretendido ponernos delante de Ti y enmendarte la plana para hacer lo que nosotros pensamos es correcto.
Obstáculo para todos aquellos que buscan una Verdad y nosotros podemos estar ocultándola por conveniencia o comodidad. Tú, yo, podemos ser obstáculo cuando nos empecinamos en sacar adelante nuestros proyectos que muchas veces nada tienen que ver con el bien común y el bien de la Comunidad.
En fin, la lista puede ser larga de cuando hemos sido obstáculo para el Señor, tú puedes completarla.
Ahora solamente cabe decirle a Jesús: ¡Lejos de mí querer ser obstáculo de Ti! No queremos ser obstáculo ni con la palabra, ni con los gestos ni actitudes impropias para con los demás.
Nunca un obstáculo (Satanás), cada día un discípulo.
Ahora solamente cabe decirle a Jesús: ¡Lejos de mí querer ser obstáculo de Ti! No queremos ser obstáculo ni con la palabra, ni con los gestos ni actitudes impropias para con los demás.
Nunca un obstáculo (Satanás), cada día un discípulo.