"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado
por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos,
a dar libertad a los oprimidos y proclamar
un año de gracia del Señor".
Lc. 4, 18-19
Jesús entra en la sinagoga de su pueblo, Nazaret, proclama el texto del profeta Isaías y todos tenían los ojos fijos en El.
Todos los ojos puestos en El como demandando del Señor un pronunciamiento, una palabra frente al texto proclamado, un mensaje para sus vidas. Y he aquí la sorpresa mayúscula cuando Jesús con toda propiedad le dice a los suyos “HOY se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.
¿Y qué es lo que en esa sinagoga se ha cumplido?
Se ha cumplido que la Buena Noticia proclamada ha sido actualizada en el corazón de sus oyentes y se les ha proclamado un mensaje de liberación y salvación. Ahora los pobres pueden recibir como suyo ese mensaje. Los cautivos se asoman a la libertad y los ciegos dejan la oscuridad para ver la vida de forma distinta. Se ha hecho realidad la gracia de la reconciliación en que Dios condona todas las deudas y permite que el pueblo se levante a un amanecer distinto en sus vidas.
Esa Buena Noticia la encarna el mismo Jesús. Quien lo oye a El y le escucha con corazón de discípulo puede sentirse llamado a reiniciar un camino nuevo, un camino mejor, una vida más plena y abundante.
La Iglesia, que debe continuar con la predicación de la Palabra, también hoy se debe esmerar por llevar BUENAS NOTICIAS al pueblo.
Buenas Noticias para los derrotados y caídos. Para los desfallecientes, para los que están sumidos en la noche oscura de sus limitaciones y fragilidades. Buenas Noticias para quienes han caído al foso de sus pequeñeces y tienen mutilado el corazón. Buenas Noticias para quienes el horizonte se les cierra por su pobreza, por sus soledades, por sus mezquindades.
Señor Jesús, ven a anunciarnos hoy BUENAS NOTICIAS para que nos levantemos cada mañana y tengamos la esperanza de que lo antiguo ya pasó, que nuestro pasado, aunque nos condene, sólo quedará en el olvido más profundo y que se asoma a nuestra vida, personal y comunitaria, un nuevo amanecer.
Te invito a poner los ojos fijos en El, como lo hicieron los coterráneos de Jesús en la sinagoga de Nazaret. Si lo haces, con seguridad Jesús te llegará al corazón para darte un mensaje nuevo que reorientará tu vida por un sendero mejor.
Anda por el mundo siendo profeta de buenas noticias, no un profeta de desventuras. Y, así, estoy cierto que HOY Y AQUÍ esta Buena Noticia del Maestro se habrá cumplido, como lo fue en la sinagoga de Nazaret.
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