martes, 14 de abril de 2009

NO ESTA MUERTO, ESTA VIVO


“¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?
No está aquí. Resucitó”

Lc. 24, 5-6


La muerte de Jesús había acabado con la fe de los apóstoles y había destruido la Comunidad de aquellos que creían en el Mesías, prueba de ello es que habían abandonado al Señor, todos se habían dispersado y el miedo cundía entre ellos. Todo se había acabado. La desolación y la tristeza era el fenómeno que rondaba entre ellos, si no, es cosa de contemplar la disposición interior de los discípulos de Emaús, que en el camino comentaban con desesperanza todo lo que había sucedido en Jerusalén.

¿Qué sucedió, entonces, para que esos hombres se transformaran radicalmente y se volvieran intrépidos, generosos, valientes y audaces en la proclamación del Evangelio? ¿Por qué esas primeras comunidades vivían la utopía del Evangelio y tenían “un solo corazón y una sola alma? (cf. Hech. 2, 42-47).

Lo que ocurrió fue sencillamente que ellos hicieron la experiencia del Resucitado, en su persona y comunitariamente. Cristo ¡estaba VIVO!, en sus corazones y en el seno de la Comunidad. Hicieron esa experiencia que les permitió darse cuenta que Dios no había abandonado a su Hijo y por eso pudieron constituir de nuevo la Comunidad que antes se había cercenado por la tragedia de la crucifixión de su Maestro.

En este contexto, la resurrección de Jesús es el hecho FUNDANTE que le da sentido y contenido a la experiencia nueva de cada discípulo, a la constitución de la Comunidad y a la fuerza misionera que nace de esta experiencia, profundizada después por la recepción del Espíritu Santo en los diferentes Pentecostés que nos trae el libro de los Hechos.

Así también, la presencia del RESUCITADO ha de ser para nosotros el hecho macizo que le de contenido y forma a nuestra fe personal, a la vida comunitaria y a la misión que como cristianos tenemos de llevar esta BUENA NOTICIA al mundo.

Se trata de tener una experiencia personal de Cristo Vivo. Si no es así, todo resultará anecdótico en nuestra fe. Nos quedaremos en la superficie del compromiso y por supuesto en muchas ocasiones nos inundará el miedo y la desazón cuando tengamos que levantarnos del sepulcro, tomar nuestra camilla y ponernos a caminar. Esta experiencia se hace indispensable. Nadie se embriaga leyendo sobre el vino, sino bebiéndolo. Sólo quien va a la FUENTE VIVA podrá beber hasta saciarse completamente. Es una experiencia que supone la gracia y también la respuesta del ser humano. No seremos cristianos de memoria, sino por una experiencia. Entonces, ¿ESTA VIVO CRISTO EN MI? ¿Es una llama que arde y me quema?

Los que hacen la experiencia de la resurrección, son criaturas nuevas, han hecho un camino pascual y por ende su experiencia de Comunidad estará marcada por este fenómeno nuevo. Hombres nuevos, forjarán Comunidades nuevas. Debemos trabajar para que nuestras Comunidades resuciten también con el Señor. Es la resurrección la que nos une y reúne, ningún otro fenómeno.

Y, al igual que María Magdalena, que sale corriendo anunciando que el sepulcro está vacío, de igual modo, la experiencia del Resucitado nos urge a salir corriendo para instalar en el mundo una CULTURA DE LA VIDA Y DE LA PAZ. Para hacer creíble que la muerte no puede enseñorearse entre nosotros y con nosotros.

La resurrección es una fuerza incontrarrestable que nos hace apostar por el cielo nuevo y la tierra nueva que añoramos. Es la utopía que nos impulsa. Es la energía que nos desborda para pintar de manera nueva el mundo, las relaciones humanas y salir al encuentro del mundo del pragmatismo, el individualismo y la avaricia para derrotarlo de raíz con la fuerza de la resurrección.

Abrele tu corazón a CRISTO VIVO para que realmente cada día resucites con El. Y no lo busques entre los muertos porque está RESUCITADO.

LA RESURRECCION: PROFECIA PARA ESTOS TIEMPOS

Una nueva creación surge en el Resucitado.
La muerte no puede contra la vida nueva que nace del Resucitado.


La LUZ disipó para siempre las tinieblas.
Que ella brille para siempre en tu corazón.





Para estos tiempos difíciles, en el que pareciera que un largo invierno se asomara entre nosotros, tanto en el mundo como en la Iglesia, la fuerza de CRISTO RESUCITADO, nos despertará del letargo y nos hará abrazar de nuevo los sueños y utopías que parecieran que están abandonadas en los baúles del pragmatismo, los cánones, los moralismos y los individualismos.


Por eso, te animo, a no encerrarte en la tumba de tus miedos e impedimentos. A remover la piedra que tapa el sepulcro y que son muchas veces los obstáculos que bloquean nuestra vida.


Si crees en la resurrección, entonces ábrete a lo imprevisible, a lo improbable, porque para ti también existirá el milagro de la resurrección.

Despierta del sueño envolvente que te inhibe y te hace ser parte de una cultura de la muerte. Despierta a la realidad.

Asume con pasión, este mundo nuevo que se levanta en la FUERZA DEL RESUCITADO. Ella es nuestra única fuerza.


Que hoy luzca potente la luz del RESUCITADO en tu vida.

miércoles, 8 de abril de 2009

SEMANA SANTA: ¿DESCANSO, RUTINA, OPORTUNIDAD?




En el Resucitado, seamos testigos de la vida.







Es Miércoles Santo.

Algunos ya se están preparando para el fin de semana largo que se avecina, unas pequeñas vacaciones que vienen muy bien. Otros se lamentan, porque les requisaron varias toneladas de mariscos contaminados que iban a comerciar en Semana Santa, con aquellos que afanosamente buscarán comer pescados porque así se acostumbra. Para otros, esta “Semana” será “más de lo mismo”. Se repetirán películas añosas por la televisión, se realizarán “Vía Crucis” en vivo, la liturgia seguirá su dinámica y al final, el pueblo cantará ALELUYA porque Cristo ha resucitado.

Y así, una Semana Santa más que habrá pasado por nuestra vida.

Ante esta realidad descrita más arriba, quizás conscientemente exagerada, pero no menos real en muchos casos, me pregunto ¿Cómo hacer que los signos y mensajes que celebramos en Semana Santa, vuelvan a expresar lo que verdaderamente significan para quienes nos declaramos cristianos, creyentes, y adherimos al Evangelio y a Jesús?

Porque si no lo hacemos así, o sea, si no hacemos el esfuerzo por desentrañar el MENSAJE que tiene celebrar a Cristo muerto y resucitado, puede que esta Semana no sea más que celebrar lo “mismo de siempre” conociendo de antemano el desenlace de todo y se quede en algo rutinario. Se trataría que esta Semana nos traiga un mensaje nuevo para el HOY de nuestra vida. Un proyecto nuevo, un nuevo estilo de vida que deberíamos abrazar, en fin, una Semana, mejor dicho un Triduo Pascual, que lo sepamos actualizar a nuestra realidad y hacer que también “acontezca” en nuestra vida.

Propongo dos significados, de los muchos que podemos extraer de esta Semana.

“Habiendo amado a los suyos, les amó hasta el extremo”, como Jesús, en donde toda su vida fue una ENTREGA total de si mismo al Padre y a sus hermanos, en el cual nada se reservó para si mismo, nuestra vida debería caracterizarse por esta nota característica del verdadero discípulo. Amar hasta el extremo, hasta las lágrimas, como Jesús martirizado y crucificado, es lo que podríamos redescubrir en esta Semana Santa. Amar hasta el extremo es amar al débil, al anciano, al pecador, al que está caído y es crucificado hoy día en una sociedad hostil e individualista. Es dar el corazón para que éste se vaya llenando de amor.

“Luego se puso a lavarles los pies a sus discípulos”, como Jesús, que no tuvo empacho en sacarse el manto, atarse la toalla a la cintura y ponerse a lavarle los pies a sus discípulos. Es el testamento del Señor para sus seguidores. Es el gesto emblemático que de ahora en adelante caracterizará a los que verdaderamente quieran ser cristianos. Se trata de vivir la vida “en clave samaritana”, sirviendo a los demás y teniendo un corazón solidario y misericordioso. Sobre todo hoy día donde muchos se van haciendo un becerro de oro al cual le adoran con particular intensidad y le entregan su tiempo, su corazón y sus decisiones.

El creyente que quiere seguir a Jesús, no puede sacarle el bulto al lavado de los pies. Tiene que saber que el “no vive para servir, no sirve para vivir”, aunque muchas voces nos digan lo contrario.

Ojalá que esta Semana Santa la vivas como una OPORTUNIDAD, es decir, como un tiempo nuevo para aportar aires nuevos a tu vida y a la de los demás.