lunes, 30 de septiembre de 2013

JESUS CAMINA SOBRE LAS AGUAS


JESUS CAMINA SOBRE LAS AGUAS:
NO TENGAS MIEDO.
 
Mt. 14, 22-33:
 

           
El evangelio describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un barco frágil empujado por el viento contrario. Después de la multiplicación de los panes, Jesús obliga a los apóstoles a subir a la barca e iniciar la travesía por el mar. La barca (que representa a la comunidad) es agitada fuertemente por las olas, pues el viento es contrario. A pesar de estar remando toda la noche falta mucho para llegar a tierra. Jesús no fue con los discípulos, ellos debían aprender a enfrentarse con las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió.
 
El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.
 
Cuando la barca está siendo fuertemente zarandeada, Jesús se acerca y ellos no lo reconocen. Y bien de madrugada, Jesús se fue al encuentro de los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, PERO ELLOS NO LO RECONOCEN.
 
Más bien creyeron ver un fantasma. Esto es una experiencia de realidad pero que no es auténtica, no es real. Gritan de miedo. Jesús los calma diciendo: “¡Animo! ¡Soy yo! ¡No teman!”. A estas palabras, Pedro pide ir donde Jesús caminando sobre las aguas. Quiere participar del poder de Dios. Pero Pedro tiene miedo.
 
Pedro comienza a hundirse cuando deja de mirar a Jesús y se concentra en si mismo y en sus miedos y temores. Es un hombre de poca fe, le dice Jesús.
 
Nosotros nos hundimos cuando nos concentramos en nuestras propias tormentas en lugar de mirar a Jesús. Quedarnos en nuestros propios laberintos y no mirar con fe a Jesús. Y si un día lo dejamos de mirar, basta que le digamos: ¡SEÑOR, SALVAME!, en la que el viento se calmará y vendrá la profesión de fe postrándose delante de Jesús: ¡Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios!
 
En el Año de la Fe, aunque sintamos que de repente nos invade el miedo a hundirnos en nuestras experiencias límites, sepamos abandonarnos plenamente en Jesús y confiemos que su mano nos tomará para evitar que nos hundamos en la desesperanza. Dios siempre nos pasa su mano para nunca dejar que nos hundamos.

jueves, 5 de septiembre de 2013

EN EL AÑO DE LA FE: REMAR MAR ADENTRO

Lc. 5, 1-11

Jesús sube a la barca de Simón para enseñar. Simón estuvo pescando y no produjo nada. Echa las redes en MI nombre, le dice Jesús. Echala a partir de la fuerza de mi palabra. Echaré las redes porque TU lo has dicho, le dice Pedro. Esto muestra una suerte de confianza y también de desafío. Yo soy pescador de profesión dirá Pedro, no es normal salir a pescar a media mañana, por eso mismo tú Señor serás responsable si acaso la pesca no resulta. Mal que mal habían estado toda la noche y nada había ocurrido.
 
Navegar mar adentro. Esa es la tarea de hoy. Echar las redes en el nombre del Señor para que otros también se constituyan en discípulos de Jesús. El Señor sube a la barca de Pedro, El no se queda en la orilla y en esa figura podemos decir que también Jesús sube a la barca de mi vida, a la barca de mis fracasos y me ayuda en la travesía de mi vida. En Pedro, estamos nosotros, donde Jesús hace un acto de fe en mi persona para llamarme a echar las redes en su nombre.
 
Yo te lo pido, vuelve a intentarlo, es su iniciativa contra nuestra desesperanza o descreimiento. El nos pide que no nos quedemos anclados en la orilla de nuestro corazón, anclados en los fracasos de la vida. El va con nosotros MAR ADENTRO, no nos deja solos.
 
Después de la inmensa pesca, Pedro se postró delante de Jesús al caer en la cuenta de su condición como hombre pecador. Jesús le dice, NO TEMAS (ser un pobre pecador), yo estoy al lado tuyo, no me aparto de ti. Jesús no se aparta de nosotros, no siente náuseas de nosotros, no le da asco nuestra vida.
 
A este Pedro, un fracasado, le confía una misión, ser pescador de hombres, para lo cual él se había dado cuenta que no era capaz solamente por sus propias fuerzas.
           
Luego dejaron las barcas para siempre y lo siguieron.
Jesús se retira a un lugar solitario para orar. Mientras tanto nos convoca a cada uno de nosotros para que junto con El podamos REMAR MAR ADENTRO. Jesús nos espera sentado en la barca de nuestra vida para volvernos a dar una nueva misión que es vivir nuestra propia vocación de DISCIPULOS MISIONEROS, hombres y mujeres que  a partir de un acto de fe, pueden hacer de nuevo la pesca con el Señor.