Una multitud seguía Jesús impactados de cómo sanaba enfermos. Alzando
los ojos, Jesús intuye que esa gran masa de hombres (el texto después dirá que
eran 5.000) tenían necesidad de comer.
Interpelado Felipe de dicha situación por Jesús, le dice que la
situación se hace del todo inviable, no bastarían siquiera doscientos denarios
para darle de comer a tanta gente (cabe consignar que un denario era el jornal
diario que ganaba un trabajador en aquella época). En verdad, la respuesta de
Felipe siendo coherente, se plantea en un plano meramente humano, desde esa
perspectiva, es claro que no había posibilidades reales de saciar la demanda de
la multitud.
Andrés, hermano de Simón Pedro, pretende abrir una solución diciendo que
hay un joven que al menos tiene cinco panes y dos pescados, pero claro, dirá el
apóstol, también esto se hace insuficiente, pues la cantidad del alimento que
se tiene no se compadece con la alta demanda que la realidad supone. También el
apóstol plantea aquí su escepticismo al respecto. No alcanza para todos con lo
que hay.
¿Qué hacer entonces? Jesús, sin más, hará que opere de lleno la
capacidad de compartir y de partir de lo que se tiene para generar una red de
solidaridad que será suficiente para dar de comer a todos. De hecho, comieron
unos cinco mil hombres y más aún sobraron doce canastos. Todavía quedaba pan y
pescados para todos, dando a entender así que nadie puede quedar excluido o
marginado de la mesa del Señor y que cuando se comparte entonces el pan sobra.
Así se desarrolla este texto llamado el discurso eucarístico o del Pan
de Vida, que relata el evangelista Juan en el capítulo seis.
¿Qué podemos extrapolar o aprender de esta multiplicación de los panes?
En una primera aproximación, es claro que Jesús nos quiere hacer un
llamado a vivir en la dinámica nueva del Reino que no es otra cosa que asumir
el “arte de compartir”, como clave paradigmática de las relaciones que los
seres humanos hemos de crear y desarrollar.
El compartir presupone partir de los cinco panes y dos pescados que
todos tenemos (es sintomático que es un
joven quien se hace protagonista de esta nueva forma de vida), para colocarnos
en una dinámica de vida en la cual lo que ya poseemos, por poco que sea, puede
generar un cambio real y sustantivo en la vida de nuestros hermanos y hermanas.
Cada cual ha de poner lo suyo para generar esta experiencia nueva en donde más
que multiplicar se trataría de compartir y así generar vida nueva y mejor a
nuestros prójimos.
Es una interpelación a dejar atrás todo tipo de escepticismo o mirada
meramente humana a la urgente necesidad de hacer que el PAN pueda llegar a
todas nuestras mesas sin distinción alguna. Es la interpelación que nos hace
Jesús, para pasar de una cultura egoísta y mercantilista a una cultura del
compartir y la apertura al otro en su indigencia y exclusión.
En la contemplación de Jesús, vamos a tener la sagacidad, imaginación y
creatividad para volver a realizar este signo de Jesús con la multitud.
Te invito a colocar tus cinco panes y dos pescados al servicio de una
humanidad nueva, solidaria y fraterna, utopía vieja y siempre nueva que nos
deja el Evangelio.