martes, 20 de septiembre de 2011

"VAYAN TAMBIEN USTEDES A MI VIÑA"








Jesús hablándoles del Reino de los Cielos a sus discípulos, les cuenta una parábola en donde un propietario de una viña sale a contratar obreros a distintas horas del día, desde la madrugada hasta la hora undécima, es decir, las 5 de la tarde. A los primeros los contrata por un denario y a todos los demás simplemente le hace la invitación perentoria de ir a la viña a trabajar, inclusive a los últimos que se habían quedado todo el día sin hacer nada. A la hora de la paga, todos reciben lo mismo, incluyendo aquellos que sólo trabajaron una hora en la viña.

En un sentido del texto, también hoy resuena fuertemente entre nosotros esta invitación que nos hace Jesús para ir a trabajar a su viña. Las distintas horas del día, pueden dar pie a pensar que cada cual es invitado en un momento determinado de su vida para ser obrero del Reino. Esta invitación puede ser hecha en la hora de la infancia, sea de la juventud, de la adultez o de la misma ancianidad. Ninguna hora de nuestra vida "per se" puede transformarse en un obstáculo para ser considerado en esta invitación para involucrarse como obrero del Señor en su viña.

En el contexto de las fiestas patrias que acabamos de celebrar, suena potente esta invitación del Señor. La viña es nuestro suelo patrio, nuestra tierra, su cultura, sus ciudadanos, sus estructuras, su historia. A esta viña nos envía el Señor y para ella nos contrata como sus obreros.

Y en esta viña, cada cual tiene su propia responsabilidad y misión. La viña es nuestro lugar donde nos toca vivir y en él se encarna la misma Patria que decimos querer y construir. Es a esta viña donde Jesús nos envía para que trabajemos afanosamente por los valores del Reino que El ha venido a predicar. Una Patria amable, habitable para sus ciudadanos, una “mesa para todos”, que se construye pensando en “los últimos” para que sean los primeros según la justicia de Dios.

¡Vayan a mi viña!, nos vuelve a repetir el Señor.

En esta hora de tu vida, Jesús sale a buscarte y te contrata como obrero del Reino. Acepta su invitación, e involúcrate de lleno para hacer cada día una Patria habitable, humana, inclusiva, fraterna y solidaria.

Anda a la viña y no te quedes parado sin hacer nada.