lunes, 29 de agosto de 2011

¡NO SEAS OBSTACULO!








En tu camino a Jerusalén, Pedro se opuso a tu camino. No comprendía tu misión, no pensaba como Dios, pensaba más bien como hombre.

¡Apártate de mí!, le dijiste y eso de seguro tiene que haber sido muy fuerte para el impulsivo Pedro. ¡El Señor lo llamaba nada menos que SATANAS!

Todavía Pedro no se había capacitado del todo como discípulo, debía ponerse detrás de ti para comprender mejor las claves de tu vida y del Reino que Tú anunciabas con palabras y obras.

Es que Pedro, cuando quiere obstaculizar tu camino, aparece como imagen del cristiano que está de acuerdo con el lado agradable del seguimiento de Jesús, pero rechaza el sufrimiento y vivir el lado difícil de este camino. El mismo que poco antes había confesado en Cesarea de Filipo que Tú eras el Hijo de Dios, el Mesías, a quien se le había confiado las llaves del Reino y el poder de atar y desatar, el mismo se muestra como un obstáculo en la misión del Señor, denotando así que le falta un largo camino por recorrer en el discipulado. Todavía debía seguir yendo a la escuela de su Maestro para aprender de él. Debía volver a ser discípulo.

Por eso caemos en la cuenta ¡que difícil es aprender los caminos de Dios!. Necesitamos vivir un proceso permanente de formación de nuestra fe para asomarnos en el camino de nuestra vida, de mejor forma, a la voluntad de Dios y poder recorrer este camino que nunca es fácil, especialmente en este tiempo. Formar la fe porque los tiempos cambian, vivimos nuevos escenarios, nuevas realidades y nuevas interrogantes que demandan de nosotros una fe más profunda y en línea con lo que nuestro Maestro vino a predicar.

No seas obstáculo de mi camino, le dice Jesús a Pedro y hoy también nos puede decir a nosotros lo mismo. No seas obstáculo para que mi Palabra descienda en tu corazón y germine. Obstáculo para que germinen proyectos buenos y humanos que son expresión del Reino que se abre entre nosotros. Obstáculo para que tu Rostro brille en toda su plenitud, cuando hemos pretendido ponernos delante de Ti y enmendarte la plana para hacer lo que nosotros pensamos es correcto.

Obstáculo para todos aquellos que buscan una Verdad y nosotros podemos estar ocultándola por conveniencia o comodidad. Tú, yo, podemos ser obstáculo cuando nos empecinamos en sacar adelante nuestros proyectos que muchas veces nada tienen que ver con el bien común y el bien de la Comunidad.


En fin, la lista puede ser larga de cuando hemos sido obstáculo para el Señor, tú puedes completarla.

Ahora solamente cabe decirle a Jesús: ¡Lejos de mí querer ser obstáculo de Ti! No queremos ser obstáculo ni con la palabra, ni con los gestos ni actitudes impropias para con los demás.

Nunca un obstáculo (Satanás), cada día un discípulo.

martes, 9 de agosto de 2011

HUNDIDOS EN EL MIEDO



¡ANIMO, SOY YO, NO TEMAN!



Había viento en contra y soplaba muy fuerte. La barca se zarandeaba de un lado para otro. Los apóstoles veían amenazada su seguridad e integridad física. Todo mal, más aún, su Maestro no estaba con ellos, pues se había quedado orando en la montaña, a solas con su Padre.

Ante esta realidad, se va incubando en ellos la experiencia del miedo, del susto y del temor. El miedo de sentirse solos, como a la deriva. A pesar que el Señor va a ellos, caminando por las aguas, su experiencia es evidentemente la de unos hombres frágiles, que se sienten casi a la intemperie y que en definitiva todavía han de crecer en su fe. Es el reproche de Jesús a Pedro, ¿por qué dudaste?, le dice cuando le tiende la mano para sostenerlo y evitar que se hunda.

De algún modo, esta escena del evangelio, también se repite entre nosotros hoy día. Sentimos que nuestra barca hace agua. El viento en contra sopla fuerte. La experiencia del desamparo se hace evidente. Tenemos miedo, o, a veces, nos inunda una sensación de estar viviendo tiempos difíciles, más movedizos e inestables que aquellos de antaño, donde parecía que la vida transcurría en mayor tranquilidad y equilibrio.

¿Y qué podemos hacer?

Tengo claro que el panorama no variará sustancialmente en el tiempo venidero. Al contrario, se profundizarán fenómenos culturales y sociales que darán cuenta de una forma de vida muy distinta a las conocidas y en las cuales nuestra barca (la familia, la Iglesia, nuestro hábitat) de alguna manera, se verán desinstalados más fuertemente.

Tengo claro también que el miedo como reacción a estos fenómenos no conduce a nada. El miedo sólo inmoviliza. Y nos hace perder dinamismo y creatividad. El miedo sólo nos lleva a hundirnos más.

De tal manera, siento que esta hora nos invita a los cristianos a hacer una nueva experiencia de fe, más honda, más profunda y de hecho más verdadera, también. Eso por una parte.

Y por otra parte, construir modelos de vida que amparen y cobijen a las personas. Muchos se hunden en sus soledades y resquemores. Hace falta “sentirnos” más. Tocarnos, expresarnos afectos, acompañarnos, ampararnos.

Y saber, pero sobre todo, experimentar, que el Maestro Jesús va en la barca todos los días de nuestra vida. Si no, seguiremos hundidos en el miedo de una barca zarandeada y de un viento en contra que nos azota.