martes, 21 de julio de 2009

LA MISION, LA FORMACION Y EL DESCANSO











“Vengan ustedes solos a un lugar desierto,
para descansar un poco”

Mc. 6,31




De regreso de la misión, los Apóstoles van a contarle todo a Jesús sobre lo que habían hecho y enseñado. De esta realidad, se desprende que los Apóstoles tenían la conciencia absoluta de que la misión que se le había confiado no les pertenecía, sino que correspondía evaluar todo lo vivido junto al Maestro que los había enviado.

Como no tenían tiempo ni siquiera para comer, Jesús les invita a retirarse a un lugar desierto con el doble propósito de seguir educándolos en el apostolado y para que pudieran recuperar las fuerzas, desgastadas por el intenso trajín misionero al cual ellos se habían sometido. De esta manera Jesús, quiere que sus discípulos no entren en la dinámica del “activismo” diríamos hoy día, tan nociva para la calidad de vida que ha de tener todo aquel que pretenda ser apóstol de Jesús.

El texto nos señala, inmediatamente, que a pesar de este intento de abstraerse de la multitud, no logran cabalmente sus objetivos, tanto es así, que el Señor teniendo compasión de la multitud comienza a enseñarles porque eran como ovejas sin pastor.

De este texto, me parece importante aprender de Jesús de la necesidad que tenemos todos nosotros de buscar y vivir espacios de soledad y silencio en el cual el Maestro siga formándonos en nuestra calidad de apóstoles.

Sabemos que la misión es ardua. Hay muchas tareas que cumplir, muchos desafíos que asumir y muchas vallas que saltar, de ahí que una buena lectura de la realidad que nos toca vivir, va a ser sumamente aconsejable que cada creyente tenga la sabiduría y la posibilidad de darse tiempos personales, más íntimos, en donde cada cual pueda tomar distancia de lo que está haciendo en la vivencia de su compromiso cristiano, y pueda escuchar sosegadamente al Maestro que le quiere hablar al oído y al corazón.

Hoy es normal ver a muchas personas estresadas, apuradas, depresivas, marcadas por una intensa actividad que no les permite mirar en perspectiva su vida cristiana.

Desde el silencio y la soledad que viviremos de vez en cuando, vamos a poder contarle TODO al Señor. Todo lo que hay en nuestro corazón. Todo lo que hemos vivido. Todos nuestros dramas y dolores, todas nuestras alegrías y esperanzas. Al Señor se le cuenta todo, nada se le oculta, a El le abrimos de par en par el corazón para que nos siga formando como discípulos misioneros.

Es tan dinámica nuestra vida, que HOY seguramente tenemos mucho que contarle al Señor, algo que seguramente no estaba en el ayer de nuestra vida. Por eso nos podemos preguntar, ¿qué tengo hoy para contarle a Jesús?, ¿qué situaciones o experiencias habitan hoy día en mi corazón? Y desde esta experiencia de intimidad, Jesús nos seguirá enseñando y hablando con cercanía y cariño como una madre habla con su hijo.
Vamos, entonces a un lugar tranquilo, para descansar un poco. Apaguemos la radio y la TV, dejemos por un momento el Internet y no nos dejemos aturdir por el ruido ambiente, que invariablemente nos podrán desajustar aún más de lo que podríamos estar.

Busquemos el silencio y la soledad, porque ahí está Dios esperándonos para formarnos, y a quien con naturalidad y sencillez le contaremos todo lo que HOY es nuestra vida.



miércoles, 15 de julio de 2009

DE DOS EN DOS POR EL MUNDO: LLEVANDO SENTIDO A LA VIDA.

De dos en dos, en comunión y fraternidad por el mundo
Siempre entrelazados como hermanos.



“Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos”

Mc. 6,7



“¡Qué caos de opiniones! ¡Qué pavorosa inquietud acosa a los hombres por todos lados! Uno se aferra a la belleza, el otro se mofa de todo y de pronto sus carcajadas se quiebran en un sollozo desgarrador; un tercero se suicida porque la vida le parece realmente una ocupación demasiado estúpida, sin objeto alguno; un cuarto se pone a gritar para no oír los angustiosos clamores de su propio espíritu; un quinto busca el infinito en los pecados más abyectos y más vulgares; un sexto se deja hundir en el océano de la desesperación, un séptimo vive como un rey en el destierro y canta la gloria de su perdida patria. Otro escala las más elevadas cumbres de la soledad, quiere crear una nueva doctrina para dársela a los hombres, pero llega un momento en que su espíritu se resquebraja a consecuencia de la excesiva tensión impuesta, la perturbación mental extiende sobre él su oscuro manto y le retiene por siempre ciego en la angosta estrechez del balbuceo patológico. Uno coge violentamente la vida como si fuera su mujer y quiere poseerla con suprema pasión; aquel vive en la bienaventuranza bajo los reflejos dorados de su sueño; el de más allá no se explica por qué se sufre tanto en la tierra. Los hay que invocan a Dios, los hay que le maldicen. Hay quienes con su fría inteligencia tratan de concebir la historia de la gestación del universo, desde el principio hasta el fin, y al lado de todos ellos la masa obtusa, bestial, rastrera. ¿Dónde puedo encontrar yo lo fijo, lo inquebrantable, lo eternamente increado, lo inmutable? ¿O acaso no existe nada de todo esto? Entonces ¿por qué me es dado pensar en ello, por qué tengo que anhelarlo con toda la profunda vehemencia de mi alma? ¿Por qué tengo que anhelarlo, cuando poseo ya la profunda dicha del amor’ ¿O lo anhelo quizás precisamente por eso?”.

“Nostalgia de Dios”
Peter Van Der Meer

Para llevar sentido al hombre contemporáneo, que se debate en una infinidad de preguntas e interrogantes, y a veces encerrado en un callejón que pareciera no tiene salida, más allá de las evidencias empíricas, de los razonamientos cortoplacistas, de carácter más bien materialista, los cristianos de hoy (como por lo demás lo han hecho desde siempre), tenemos que ser capaces de asumir esta dimensión misionera y apostólica de nuestro seguimiento de Cristo y de la fe en El, para ir de dos en dos por el mundo, llevando la alegre noticia del Evangelio.

Y eso aunque algunos nos quieran ver encerrados en cuatro paredes, (metidos en nuestras sacristías), reducidos a una presencia insignificante e irrelevante dentro del concierto amplio y variado de “ofertones” de sistemas de vida que hoy se hacen evidentes.

Vayamos con alegría de dos en dos por los amplios senderos de este mundo, asumiendo que el Evangelio y Jesús nos pueden ayudar para encontrarle sentido a la vida.

Que ese sea nuestro aporte y nuestra humilde contribución.

viernes, 3 de julio de 2009

TALITA KUM: ¡LEVANTATE!

Jesús: ¡LEVANTAME!

Manos que acarician, bendicen y sanan.
Son las manos de Jesús.




“La niña no está muerta, sino que duerme … La tomó de la mano
y le dijo: Talita kum, que significa: Niña, yo te lo ordeno,
levántate. En seguida la niña, que ya tenía doce años,
se levantó y comenzó a caminar”

Mc. 5, 39.41-42



Un padre, jefe de la sinagoga, llamado Jairo, acude compungido al encuentro del Señor para pedirle que vaya a su casa a imponerle las manos a su hija que se está muriendo.

Gesto tierno, que cualquier padre, consciente de su misión de saber cuidar la integridad de sus hijos, haría si estuviera en la circunstancia de Jairo.

Jairo, puede ser el nombre de cualquier padre, de cualquiera de nosotros, que atormentados por el dolor de uno de los nuestros, no sabe más que volver sus ojos a Dios para implorarle su misericordia. Jairo es el nombre de cualquier ser humano, que hoy día puede estar padeciendo el sufrimiento del cuerpo y del alma, que sólo puede encontrar abandono y paz para su corazón en las MANOS DEL SEÑOR.

Claro que sí, las manos del Señor siempre se extendieron para acoger, perdonar, bendecir, sanar. Son manos solidarias, fraternas, misericordiosas. Sus manos están puestas para hacer sentir el calor divino en el corazón del ser humano. Son manos que aprietan, pero no ahogan. Son manos cálidas de las cuales brotan la salvación y la paz. Son manos abiertas y acogedoras para atraer hacia El a todos los que se sienten cansados y agobiados. Jairo algo sabía de esto, por eso con fe se pone de rodillas delante del Señor y le suplica que vaya a imponerle las manos a su hija.

Es el gesto permanente que nuestra Iglesia realiza hoy día cuando bendice a sus hijos en la celebración de los sacramentos, cuando, sobre todo, administra el sacramento de la reconciliación y opera la sanación del corazón de aquel que ha sido perdonado. Hoy también se siguen imponiendo las manos, al niño que será bautizado, al enfermo que está postrado en cama, al joven que es ordenado sacerdote, al penitente que es absuelto de su falta.

Hoy también las manos de Jesús se prolongan en las manos de todos aquellos que bendicen, santifican, acogen, perdonan, entregan misericordia.

Y esas manos del Señor fueron a la casa de Jairo a pesar de la noticia que había recibido de que su hija estaba muerta. Muerta no estaba, sólo dormida, dice Jesús, por eso, sólo hace falta fe, el milagro ocurrirá por la fuerza de Dios.

Talita kum, levántate, es la palabra liberadora que el Señor pronuncia sobre esa adolescente de 12 años que yacía moribunda en su lecho.

LEVANTATE, es el grito potente que hoy día Jesús quiere pronunciar sobre todos nuestros queridos jóvenes que a veces se sienten menoscabados, aturdidos, indefensos, subyugados u oprimidos por tantos males que les pueden acechar.

JOVEN, A TI TE DIGO: LEVANTATE. Escucha querido joven, querida joven, esta palabra sanadora de tu amigo Jesús y ponte a convivir nuevamente con la vida, con las nuevas ilusiones, con las nuevas perspectivas que pueden despuntar del encuentro personal con Jesús.

Talita kum, levántate, tú también que no siendo joven, también necesitas que Jesús te imponga las manos y te restituya a la vida plena.

En Jesús deja atrás la muerte.
No estás muerto, estás dormido, en Jesús todo será una nueva vida.

Como lo fue para esa pequeña niña de 12 años. Y para alegría de su papá, Jairo.